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Arena Uno. Tratantes De Esclavos
Morgan Rice


TrilogГ­a De Supervivencia #1
Si le gustГі LOS JUEGOS DEL HAMBRE, le encantarГЎ ARENA UNO. --Allegra Skye, autora del Bestseller SavedDe Morgan Rice, escritora de DIARIO DE UN VAMPIRO, nГєmero uno en ventas, llega el primer libro de una nueva trilogГ­a de ficciГіn distГіpica. Nueva York. 2120. Estados Unidos ha sido diezmado, exterminado por la Segunda Guerra Civil. En este mundo post apocalГ­ptico, los sobrevivientes son escasos. Y la mayorГ­a de ellos son miembros de una pandilla violenta de predadores que vive en las grandes ciudades. Ellos patrullan la campiГ±a buscando esclavos, nuevas vГ­ctimas para llevar a la ciudad, para su deporte mortal favorito: la Arena Uno. El estadio de la muerte, donde los adversarios son obligados a pelear hasta la muerte, de manera salvaje. SГіlo hay una regla en la Arena: nadie sobrevive. Nunca. En lo mГЎs profundo del desierto, en las MontaГ±as Catskill, Brooke Moore, de 17 aГ±os, logra sobrevivir, escondiГ©ndose con su hermana menor, Bree. Ellas tienen el cuidado de evitar las pandillas de tratantes de esclavos que patrullan la campiГ±a. Pero un dГ­a, Brooke no es tan cuidadosa como siempre, y atrapan a Bree. Los tratantes de esclavos se la llevan, rumbo a la ciudad, a lo que serГЎ una muerte segura.







ARENA UNO



TRATANTES DE ESCLAVOS



(LIBRO #1 DE LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA)



MORGAN RICE


ALGUNAS OPINIONES ACERCA DE LAS OBRAS DE MORGAN RICE



"Me llamó la atención desde el principio y no dejé de leerlo… Esta historia es una aventura increíble, de ritmo rápido y llena de acción desde su inicio. No hay un momento aburrido".

--Paranormal Romance Guild {con respecto a Turned}



"Tiene una trama estupenda y es un libro que le costarГЎ trabajo dejar de leer en la noche. El final en suspenso es tan espectacular, que inmediatamente querrГЎ comprar el siguiente libro, solamente para ver quГ© sigue".

--The Dallas Examiner {referente a Loved}



"Es un libro equiparable a Twilight y The Vampire Diaries, (Diario de un Vampiro), y harГЎ que quiera seguir leyendo ВЎhasta la Гєltima pГЎgina! Si le gusta la aventura, el amor y los vampiros, ВЎeste libro es para usted!"

--vampirebooksite.com {con respecto a Turned}



"Es una historia ideal para los lectores jГіvenes. Morgan Rice hizo un buen trabajo dando un giro interesante a lo que pudo haber sido un tГ­pico cuento de vampiros. Innovador y singular, tiene los elementos clГЎsicos que se encuentran en muchas historias paranormales para adultos jГіvenes".

--ReseГ±a de The Romance {referente a Turned}



"Rice hace un gran trabajo para captar su atención desde el principio, al utilizar una gran calidad descriptiva que va más allá de la simple descripción de la ambientación… Bien escrito y sumamente rápido de leer, es un buen comienzo para una nueva serie sobre vampiros, que seguramente será un éxito entre los lectores que buscan una historia ligera pero entretenida".

--ReseГ±a de Black Lagoon {respecto a Turned}



"Lleno de acciГіn, romance, aventura y suspenso. Este libro es una maravillosa adiciГіn a esta serie y lo dejarГЎ deseando mГЎs de Morgan Rice".

--vampirebooksite.com {respecto a Loved}



"Morgan Rice se demuestra a sí misma una vez más, que es una narradora de gran talento… Esto atraerá a una gran audiencia, incluyendo a los aficionados más jóvenes, del género de los vampiros y de la fantasía. El final de suspenso inesperado lo dejará estupefacto".

--RESEГ‘AS DE THE ROMANCE {respecto a Loved}


Acerca de Morgan Rice



Morgan es la escritora nГєmero uno de bestsellers de las series para adultos jГіvenes de THE VAMPIRE JOURNALS, (DIARIO DE UN VAMPIRO) que comprende ocho libros, que han sido traducidos a seis idiomas.

Morgan tambiГ©n es autora del libro bestseller #1: ARENA UNO y ARENA DOS, que son los primeros dos libros de la TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA, una novela de suspenso, de acciГіn apocalГ­ptica, ambientada en el futuro.

Morgan también es autora de la serie de fantasía, bestseller # 1 de THE SORCERER’S RING, (EL ANILLO DEL HECHICERO), que comprende seis libros, y siguen sumándose.

A Morgan le encantarГ­a tener comunicaciГіn con usted, asГ­ que visite www.morganricebooks.com (http://www.morganricebooks.com) para mantenerse en contacto.


Libros de Morgan Rice



THE SORCERER’S RING (EL ANILLO DEL HECHICERO)

A QUEST OF HEROES (Libro #1 del Anillo del Hechicero)

A MARCH OF KINGS (Libro #2 del Anillo del Hechicero)

A FEAST OF DRAGONS (Libro #3 del Anillo del Hechicero)

A CLASH OF HONOR (Libro #4 del Anillo del Hechicero)

A VOW OF GLORY (Libro #5 del Anillo del Hechicero)

A CHARGE OF VALOR (Libro #6 del Anillo del Hechicero)

A RITE OF SWORDS (Libro #7 del Anillo del Hechicero)

A GRANT OF ARMS (Libro #8 del Anillo del Hechicero)

A SKY OF SPELLS (Libro #9 del Anillo del Hechicero)

A SEA OF SHIELDS (Libro #10 del Anillo del Hechicero)

A REIGN OF STEEL (Libro #11 del Anillo del Hechicero)



THE SURVIVAL TRILOGY (LA TRILOGГЌA DE SUPERVIVENCIA)

ARENA ONE (ARENA UNO): SLAVERUNNERS (TRATANTES DE ESCLAVOS)

(Libro #1 de la TrilogГ­a de Supervivencia)

ARENA TWO (ARENA DOS)

(Libro #2 de la TrilogГ­a de Supervivencia)



THE VAMPIRE JOURNALS (DIARIO DE UN VAMPIRO)

TURNED (Libro #1 del Diario de un Vampiro)

LOVED (Libro #2 del Diario de un Vampiro)

BETRAYED (Libro #3 del Diario de un Vampiro)

DESTINED (Libro #4 del Diario de un Vampiro)

DESIRED (Libro #5 del Diario de un Vampiro)

BETROTHED (Libro #6 del Diario de un Vampiro)

VOWED (Libro #7 del Diario de un Vampiro)

FOUND (Libro #8 del Diario de un Vampiro)

RESURRECTED (Libro #9 del Legado de un Vampira)

CRAVED (Libro #10 of del Legado de un Vampiro)








Derechos Reservados В© 2012 por Morgan Rice



Todos los derechos reservados. A excepciГіn de lo permitido por la Ley de Derechos de Autor de EE.UU de 1976, ninguna parte de esta publicaciГіn puede ser reproducida, distribuida o transmitida en forma o medio alguno ni almacenada en un sistema de base de datos o de recuperaciГіn de informaciГіn, sin la autorizaciГіn previa de la autora.



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Esta es una obra de ficciГіn. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, eventos e incidentes son producto de la imaginaciГіn de la autora o son usados ficticiamente. Cualquier parecido con personas reales, vivas o muertas, es solo coincidencia.


ГЌNDICE



U N O (#uc89b4a16-e90e-53c7-8fc1-8721415583cf)

D O S (#ubac83f96-8568-52b2-906f-b81579666a55)

T R E S

C U A T R O (#u7bfa1bf3-c46e-5805-9489-16835fda135c)

C I N C O

S E I S (#litres_trial_promo)

S I E T E (#litres_trial_promo)

O C H O

N U E V E

D I E Z

O N C E

D O C E

T R E C E (#litres_trial_promo)

C A T O R C E

Q U I N C E

D I E C I S Г‰ I S

D I E C I S I E T E

D I E C I O C H O (#litres_trial_promo)

D I E C I N U E V E

V E I N T E

V E I N T I U N O

V E I N T I D O S

V E I N T I T R Г‰ S

V E I N T I C U A T R O

V E I N T I C I N C O

V E I N T I S Г‰ I S

V E I N T I S I E T E

V E I N T I O C H O

V E I N T I N U E V E

T R E I N T A

T R E I N T A Y U N O

T R E I N T A Y D O S


"Si yo hubiese muerto una hora antes,

Hubiera vivido una existencia feliz; pues desde este instante,

Nada que sea mortal es digno de atenciГіn".



--Shakespeare, Macbeth


P A R T E I




U N O


Hoy el clima es menos indulgente que los otros dГ­as. El viento azota sin descanso, rozando los cГєmulos de nieve del pesado pino, que caen justo sobre mi rostro, mientras asciendo por la cara de la montaГ±a. Mis pies, embutidos en las botas de montaГ±a, de talla menor a la que calzo, desaparecen en los quince centГ­metros de nieve. Me deslizo y resbalo, luchando por encontrar mi equilibrio. El viento viene en rГЎfagas tan frГ­as, que me quitan el aliento. Siento como si estuviera caminando sobre una esfera de nieve.

Bree me dice que es diciembre. A ella le gusta contar los dГ­as que faltan para que sea Navidad, tachГЎndolos en un viejo calendario que encontrГі. Lo hace con tanto entusiasmo, que no me atrevo a decirle que estamos muy lejos de diciembre. No voy a decirle que su calendario es de hace tres aГ±os o que nunca volveremos a tener uno nuevo, ya que dejaron de hacerlos el dГ­a en que el mundo acabГі. No voy a quitarle su fantasГ­a. Para eso estamos las hermanas mayores.

De todos modos, Bree se aferra a sus creencias, y ella siempre ha pensado que la nieve significa diciembre y aunque se lo dijera, dudo que cambiarГ­a su manera de pensar. Es como si fuera un niГ±o de diez aГ±os.

Lo que Bree se niega a aceptar es que el invierno llega pronto a este lugar. Estamos en lo alto de las montaГ±as de Catskill y aquГ­ hay un sentido del tiempo diferente, un giro de las estaciones distinto. AquГ­, a tres horas al norte de lo que fue la ciudad de Nueva York, las hojas caen a finales de agosto, dispersГЎndose a travГ©s de las cadenas montaГ±osas que se extienden hasta donde alcanza la vista.

Nuestro calendario estuvo actualizado alguna vez. Cuando acabГЎbamos de llegar hace tres aГ±os, recuerdo haber visto la primera nevada y observado con incredulidad. No podГ­a entender por quГ© la pГЎgina decГ­a: Octubre. Supuse que esa nevada temprana era un caso raro. Pero pronto supe que no era asГ­. Estas montaГ±as son lo suficientemente altas, lo suficientemente frГ­as, para que el invierno tome prestado el otoГ±o.

Si Bree diera vuelta hacia atrГЎs al calendario, se darГ­a cuenta enseguida del aГ±o, en letras grandes y horteras: 2117. Obviamente, era de tres aГ±os atrГЎs. Pienso que estГЎ tan absorta en su entusiasmo, que no se da cuenta. Eso es lo que espero. Pero Гєltimamente, una parte de mГ­ estГЎ empezando a sospechar que ella realmente sГ­ lo sabe, que solamente ha elegido perderse en su fantasГ­a. No la culpo.

Por supuesto, no hemos tenido un calendario laboral desde hace años. Ni teléfono celular, ni computadora, ni televisión, ni radio, ni internet, ni tecnología de tipo alguno – y ni qué decir de la electricidad, o agua corriente. Pero de alguna manera, hemos podido salir adelante así, las dos solas, durante tres años. Los veranos han sido tolerables, pasando algunos días de hambre. Al menos podemos pescar, y los arroyos de la montaña parecen traer siempre salmón. También hay bayas e incluso algunos manzanos y perales silvestres que todavía, después de tanto tiempo, siguen dando frutos. Incluso, de vez en cuando logramos atrapar un conejo.

Pero los inviernos son intolerables. Todo estГЎ congelado o muerto, y cada aГ±o estoy segura de que no sobreviviremos. Y este invierno ha sido el peor de todos. Me sigo diciendo a mГ­ misma que las cosas van a mejorar, pero ya llevamos dГ­as sin tener una comida decente y el invierno apenas comienza. Las dos tenemos poca fuerza por el hambre, y ahora Bree tambiГ©n estГЎ enferma. Esto no es un buen presagio para el futuro.

Mientras subo fatigosamente la cara de la montaГ±a, volviendo a andar los mismos pasos desafortunados que di ayer en busca de nuestra prГіxima comida, estoy empezando a sentir que nuestra suerte se ha acabado. SГіlo de pensar que Bree estГЎ acostada allГ­, esperГЎndome en casa, me insta a seguir adelante. Dejo de sentir lГЎstima por mГ­ misma, y en su lugar mantengo su rostro en mi mente. SГ© que no puedo conseguir medicamentos, pero espero que sea solamente una fiebre pasajera, y que una buena comida y un poco de calor sean todo lo que ella necesita.

Lo que ella necesita verdaderamente es una fogata. Pero ya nunca enciendo la chimenea, no puedo arriesgarme a que el humo y el olor, pongan sobre aviso a un tratante de esclavos sobre cuál es nuestra ubicación. Pero esta noche voy a darle una sorpresa, correré el riesgo, solo por poco tiempo. A Bree le encantan las fogatas y le va a levantar el ánimo Y si también puedo encontrar comida -- incluso algo tan pequeño como un conejo – eso ayudará a su recuperación. No sólo físicamente. Me he dado cuenta de que ha empezado a perder la esperanza en estos últimos días – puedo verlo en sus ojos -- y necesito que se mantenga fuerte. Me niego a sentarme y verla apagarse como lo hizo mamá.

Una nueva rГЎfaga de viento me da una bofetada en la cara y es tan larga y tan cruel que necesito bajar mi cabeza y esperar a que pase. El viento ruge en mis oГ­dos, y yo harГ­a lo que fuera por tener un buen abrigo de invierno. Llevo solamente una sudadera desgastada, con capucha, que encontrГ© hace aГ±os a un lado de la carretera. Creo que era de hombre, pero eso es bueno porque las mangas son lo suficientemente largas para cubrir las manos y casi el doble de tamaГ±o de los guantes. Mido 1.70, no soy precisamente baja de estatura, asГ­ que quien haya sido dueГ±o de esto, debe haber sido alto. A veces me pregunto si le molestarГ­a que estГ© usando su ropa. Pero luego me doy cuenta de que probablemente haya muerto. Al igual que los demГЎs.

Mis pantalones no son mucho mejores. Sigo usando el mismo par de pantalones vaqueros; me avergГјenza darme cuenta de que los traigo desde que escapamos de la ciudad hace tantos aГ±os. Si hay una cosa que lamento es haber salido tan apresuradamente. Supongo que debГ­ haber pensado que iba a encontrar algo de ropa aquГ­, que quizГЎ alguna tienda estarГ­a abierta en alguna parte o que incluso estarГ­a el EjГ©rcito de SalvaciГіn. Eso fue tonto de mi parte, por supuesto, ya que todas las tiendas de ropa habГ­an sido saqueadas desde hacГ­a mucho tiempo. Era como si durante la noche el mundo hubiera dejado de ser un lugar de abundancia para ser uno de escasez. Me las habГ­a arreglado para encontrar unas cuantas piezas de ropa esparcidos en los cajones de la casa de mi papГЎ. Esas se las di a Bree. Yo estaba feliz de que al menos algunas de sus ropas, como la tГ©rmica y sus calcetines, pudieran mantenerla caliente.

El viento finalmente se detiene y yo levanto mi cabeza y me apresuro a seguir subiendo antes de que pueda repuntar de nuevo, obligГЎndome a ir al doble de velocidad hasta llegar a la meseta.

Llego a la cima, respirando con dificultad, con las piernas ardiendo, y poco a poco miro alrededor. Los ГЎrboles son mГЎs escasos aquГ­ y a lo lejos hay un pequeГ±o lago de montaГ±a. Se congelГі, como todos los demГЎs, y el sol deslumbra con la intensidad suficiente para hacerme entrecerrar los ojos.

Miro inmediatamente mi caГ±a de pescar, la que yo habГ­a dejado el dГ­a anterior, calzada entre dos rocas. Se proyecta sobre el lago un largo trozo de cuerda que cuelga de ella en un pequeГ±o agujero en el hielo. Si la caГ±a de pescar se dobla, significarГЎ que Bree y yo tendremos algo para cenar esta noche. Si no es asГ­, sabrГ© que no funcionГі -- de nuevo. Me acerco apresuradamente entre un grupo de ГЎrboles, a travГ©s de la nieve, y miro con atenciГіn.

EstГЎ recta. Por supuesto.

Me siento descorazonada. Debato entre caminar sobre el hielo, usando mi pequeГ±a hacha para hacer un agujero en otro lugar. Pero ya sГ© que no habrГЎ diferencia. El problema no es su posiciГіn, el problema es este lago. El suelo estГЎ demasiado congelado para desenterrar gusanos, y ni siquiera sГ© dГіnde buscarlos. Yo no estoy hecha para la cacerГ­a ni soy trampera. Si hubiera sabido que iba a terminar aquГ­, habrГ­a dedicado toda mi infancia a las Destrezas de Supervivencia, a las tГ©cnicas de supervivencia. Pero ahora siento que soy una inГєtil para casi todo. No sГ© cГіmo poner trampas y mis sedales raramente atrapan algo.

Siendo la hija de mi padre, la hija de un infante de marina, la Гєnica cosa para la que soy buena es para luchar, que no sirve de nada aquГ­. Si soy una inГєtil contra el reino animal, por lo menos puedo defenderme de los de dos patas. Desde que era joven, me gustara o no, papГЎ insistiГі en que yo fuera su hija, la hija de un infante de marina, y sentir orgullo de serlo. Г‰l tambiГ©n querГ­a que yo fuera el hijo que nunca tuvo. Me inscribiГі en el boxeo, la lucha libre, las artes marciales mixtas... tomaba incontables lecciones sobre cГіmo usar un cuchillo, cГіmo disparar un arma, cГіmo encontrar puntos de presiГіn, cГіmo pelear sucio. Por encima de todo, insistiГі en que yo fuera ruda, que nunca demostrara miedo, y que nunca llorara.

IrГіnicamente, nunca he tenido la oportunidad de utilizar una sola cosa de las que me enseГ±Гі y nada podrГ­a ser mГЎs inГєtil aquГ­, no hay otra persona a la vista. Lo que realmente necesito saber es cГіmo encontrar comida, no cГіmo patear a alguien. Y si alguna vez encuentro a alguien, no voy a jalarlo de un tirГіn, sino que voy a pedir ayuda.

Pienso con detenimiento y recuerdo que hay otro lago aquГ­, en alguna parte, uno mГЎs pequeГ±o; lo vi un verano, cuando yo era aventurera y escalГ© mГЎs arriba de la montaГ±a. Es un cuarto de milla empinado y desde entonces no he tratado de ir hasta allГ­.

Veo hacia arriba y suspiro. El sol ya se estГЎ ocultando, un atardecer taciturno de invierno tiene una tonalidad rojiza y ya me siento dГ©bil, cansada y congelada. Necesito mГЎs energГ­a de la que tengo para bajar la montaГ±a. La Гєltima cosa que quiero hacer es escalar mГЎs arriba. Sin embargo, una pequeГ±a voz dentro de mГ­, me impulsa a seguir subiendo. Cuanto mГЎs tiempo paso sola en estos dГ­as, la voz de papГЎ resuena mГЎs fuerte en mi cabeza. Me siento agraviada y quiero bloquearla, pero no sГ© por quГ© no me es posible hacerlo.

ВЎDeja de quejarte y sigue adelante, Moore!

A papГЎ siempre le gustaba llamarme por mi apellido: Moore. Me molestaba, pero a Г©l no le importaba.

Si regreso ahora, Bree no tendrГЎ nada que comer esta noche. El lago que estГЎ allГ­ arriba es lo mejor que se me ocurre intentar, nuestra Гєnica fuente de alimento. TambiГ©n quiero que Bree tenga una hoguera, y toda la madera que hay aquГ­ estГЎ empapada. AllГЎ arriba, donde el viento es mГЎs fuerte, tal vez podrГ­a encontrar madera lo suficientemente seca para usar como leГ±a. Vuelvo a mirar hacia arriba de la montaГ±a, y decido ir a por ella. Bajo la cabeza y comienzo la caminata, llevando mi caГ±a conmigo.

Cada paso es doloroso, un millГіn de afiladas agujas pulsan en mis muslos, el aire helado perfora mis pulmones. El viento repunta y la nieve azota como papel de lija en mi cara. Un pГЎjaro grazna muy arriba, como si quisiera burlarse de mГ­. Justo cuando siento que no puedo dar un paso mГЎs, llego a la siguiente meseta.

Estando tan arriba, es diferente a todas las demГЎs: abundan los pinos, lo que dificulta ver mГЎs de tres metros. El cielo se oculta bajo su enorme follaje, y la nieve se llena de agujas de pino verdes. Los enormes troncos de los ГЎrboles tambiГ©n evitan el paso del viento. Siento como si hubiera entrado en un pequeГ±o reino privado, oculto al resto del mundo.

Me detengo y giro para observar el paisaje; el panorama es increГ­ble. Yo siempre habГ­a pensado que tenГ­amos un paisaje hermoso en la casa de papГЎ, a medio camino de la montaГ±a, pero desde aquГ­, estando hasta arriba, es espectacular. Las cimas de las montaГ±as se disparan en todas direcciones, y mГЎs allГЎ de ellas, a lo lejos, puedo incluso ver el rГ­o Hudson, chispeante. TambiГ©n veo las sinuosas carreteras que atraviesan su camino a travГ©s de la montaГ±a, sorprendentemente intacta. Probablemente debido a que pocas personas vienen aquГ­. De hecho, yo nunca habГ­a visto un auto o cualquier otro vehГ­culo. A pesar de la nieve, los caminos no estГЎn obstruidos; los caminos escarpados, angulares, disfrutando el sol, se prestan perfectamente al desagГјe, y sorprendentemente, gran parte de la nieve se ha derretido.

Siento una punzada de preocupaciГіn. Prefiero que los caminos estГ©n cubiertos de nieve y hielo, cuando son intransitables para los vehГ­culos, ya que las Гєnicas personas que tienen automГіviles y combustible en estos dГ­as son los tratantes de esclavos - despiadados cazadores de recompensas que trabajan para alimentar a la Arena Uno. Ellos andan por todas partes, en busca de algГєn sobreviviente, para secuestrarlo y llevarlo a la arena como esclavos. AllГ­, segГєn me han dicho, les hacen luchar hasta morir, como diversiГіn.

Bree y yo hemos tenido suerte. No hemos visto a ningún tratante de esclavos en los años que hemos estado aquí arriba, pero creo que eso es sólo porque vivimos en una zona muy alta, en un lugar tan lejano. Sólo una vez oí el gemido agudo del motor de un tratante de esclavos, a lo lejos, al otro lado del río. Sé que están ahí abajo, en algún lugar, patrullando. Y no me arriesgo -- me aseguro de mantener un perfil bajo, rara vez encendemos la leña, a menos que sea absolutamente necesario, y mantengo en estrecha vigilancia a Bree, en todo momento. La mayoría de las veces la llevo de cacería conmigo – hoy lo habría hecho si no estuviera tan enferma.

Me dirijo hacia la meseta y observo un pequeГ±o lago. Congelado, brillando a la luz de la tarde, estГЎ ahГ­ como una joya perdida, escondiГ©ndose detrГЎs de un bosquecillo de ГЎrboles. Me acerco a Г©l, dando unos pasos vacilantes en el hielo, para asegurarme de que no se agriete. Una vez que siento que estГЎ firme, doy unos cuantos pasos mГЎs. Encuentro un lugar, retiro la pequeГ±a hacha de mi cinturГіn y corto hacia abajo con fuerza, varias veces. Aparece una grieta. Me quito el cuchillo, me arrodillo y golpeo con fuerza, justo en el centro de la grieta. Meto ahГ­ la punta del cuchillo y hago un pequeГ±o agujero, lo suficientemente grande para extraer un pez.

Regreso apresuradamente a la orilla, resbalando y deslizГЎndome, a continuaciГіn pongo la caГ±a de pescar entre dos ramas de los ГЎrboles, desenrollo el hilo, vuelvo corriendo, dejГЎndolo caer en el agujero. Tiro un par de veces, con la esperanza de que el destello del anzuelo de metal atraiga a algunos seres vivientes bajo el hielo. Pero no puedo dejar de sentir que es un esfuerzo inГєtil, no puedo evitar la sospecha de que todo aquello que ha vivido en estos lagos de montaГ±a, murieron tiempo atrГЎs.

AquГ­ arriba hace mГЎs frГ­o, y no puedo quedarme aquГ­, mirando la caГ±a. Tengo que seguir en movimiento. Me doy vuelta y me alejo del lago, la parte supersticiosa de mГ­ me dice que podrГ­a atrapar un pez si no me quedo ahГ­, mirando. Camino en pequeГ±os cГ­rculos alrededor de los ГЎrboles, frotГЎndome las manos, tratando de mantener el calor. De poco sirve.

Es entonces cuando me acuerdo de la madera seca. Miro hacia abajo y busco leГ±a, pero es una tarea inГєtil. El suelo estГЎ cubierto de nieve. Levanto la vista hacia los ГЎrboles, y veo que los troncos y las ramas tambiГ©n estГЎn cubiertas de nieve, en su mayorГ­a. Pero allГ­, a lo lejos, veo algunos ГЎrboles azotados por el viento, que no tienen nieve. Me dirijo a ellos e inspecciono la corteza, pasando la mano sobre ellos. Me siento aliviada al ver que algunas de las ramas estГЎn secas. Saco mi hacha y corto algunas de las ramas mГЎs grandes. Todo lo que necesito es una brazada de leГ±a, y esta rama grande servirГЎ a la perfecciГіn.

La atrapo conforme cae, no queriendo dejar que toque la nieve, luego la apoyo contra el tronco y corto de nuevo, a la mitad. Hago esto una y otra vez hasta tener una pequeГ±a pila de leГ±a, suficiente para llevar en mis brazos. La dejo en la esquina de una rama, segura y sin mojarse con la nieve que estГЎ abajo.

Miro a mi alrededor, inspeccionando los otros troncos, y al mirar mГЎs de cerca, algo me hace vacilar. Me acerco a uno de los ГЎrboles, mirando con detenimiento, y me doy cuenta de que su corteza es diferente a las demГЎs. Miro hacia arriba, y me doy cuenta de que no es un pino, es un arce. Estoy sorprendida de ver un arce tan alto aquГ­, y aГєn mГЎs sorprendida de que pueda reconocerlo. De hecho, el arce es probablemente la Гєnica cosa de la naturaleza que reconocerГ­a. Sin proponГ©rmelo, me inundaron los recuerdos.

Una vez, cuando yo era mГЎs joven, a mi papГЎ se le metiГі en la cabeza llevarme de excursiГіn a la naturaleza. QuiГ©n sabe por quГ©, pero me llevГі a extraer savia de los arces. Condujo durante horas hasta un lugar alejado de la mano de Dios, y yo llevaba un cubo de metal, Г©l llevaba un pitorro, y luego pasamos por el bosque con un guГ­a, buscando los arces perfectos. Recuerdo la mirada de decepciГіn en su cara despuГ©s de extraer savia de su primer ГЎrbol y cayendo un lГ­quido claro rezumado en nuestro cubo. HabГ­a esperado que saliera jarabe.

Nuestro guГ­a se rio de Г©l, le dijo que los arces no producГ­an jarabe -- producГ­an savia. La savia tiene que ser reducida a jarabe. Era un proceso que tomaba horas, dijo. Se necesitan 80 galones de savia para hacer solo un cuarto de galГіn de jarabe.

PapГЎ mirГі el cubo rebosante de savia y se ruborizГі, como si alguien le hubiera dado gato por liebre. Г‰l era el hombre mГЎs orgulloso que yo habГ­a conocido, y si habГ­a algo que Г©l odiaba mГЎs que sentirse tonto, era que alguien se burlara de Г©l. Cuando el hombre se echГі a reГ­r, Г©l le lanzГі su cubo, y estuvo a punto de pegarle, me tomГі de la mano, y nos fuimos, Г©l echando humo por las orejas.

DespuГ©s de eso, nunca me volviГі a llevar a pasear a la naturaleza.

Pero a mГ­ no me importГі, y en realidad disfrutГ© la excursiГіn, a pesar de que Г©l iba enfurecido en silencio en el auto, durante todo el trayecto a casa. Me las habГ­a arreglado para recoger una pequeГ±a taza de la savia, antes de que me hubiera retirado, y recuerdo que en secreto bebГ­ un poco en el auto yendo camino a casa, cuando Г©l no me estaba mirando. Me encantГі. El sabor era como de agua azucarada.

Estando aquГ­ parada ante este ГЎrbol, lo reconozco como lo harГ­a con un hermano. Este espГ©cimen, tan alto, es delgado y escuГЎlido y me sorprenderГ­a si tiene savia. Pero no tengo nada que perder. SaquГ© mi cuchillo y lo clavГ© en el ГЎrbol, una y otra vez, en el mismo lugar. DespuГ©s metГ­ el cuchillo en el agujero, empujando mГЎs y mГЎs profundo, serpenteando. Realmente no esperaba que sucediera nada.

Me sorprendГ­ cuando saliГі una gota de savia. Y aГєn mГЎs cuando, momentos mГЎs tarde, se convirtiГі en un pequeГ±o chorro. ExtendГ­ mi dedo, lo toquГ©, y lo puse en mi lengua. SentГ­ el subidГіn de azГєcar, y reconocГ­ el sabor de inmediato. Justo como lo recordaba. No podГ­a creerlo.

La savia empezГі a salir mГЎs rГЎpidamente, y empecГ© a perder gran parte de ella al gotear por el tronco. MirГ© a mi alrededor desesperadamente buscando algo dГіnde ponerlo, en alguna cubeta, pero por supuesto, no habГ­a ninguna. Y entonces recordГ© que traГ­a mi termo. TomГ© mi termo de plГЎstico que tenГ­a en la cintura, lo volteГ© vaciando el agua. Puedo conseguir agua dulce en cualquier lugar, especialmente con toda esta nieve, pero esta savia era valiosa. Sostuve el termo vacГ­o contra el ГЎrbol, deseando tener un pico adecuado. ApiГ±Г© el termo lo mГЎs que pude contra el tronco, y logrГ© atrapar gran parte de ella. Se llenaba con mГЎs lentitud de lo que querГ­a, pero en cuestiГіn de minutos, logrГ© llenar la mitad del termo.

La savia dejГі de brotar. EsperГ© algunos segundos, preguntГЎndome si volverГ­a a salir nuevamente, pero no fue asГ­.

MirГ© a mi alrededor y descubrГ­ otro arce, a unos tres metros de distancia. Voy corriendo hacia Г©l, levanto mi cuchillo con entusiasmo y esta vez lo clavo con fuerza, imaginГЎndome llenando el termo, imaginando la cara de sorpresa en la cara de Bree cuando lo pruebe. Puede que no sea nutritiva, pero seguramente la harГЎ feliz.

Pero esta vez, cuando mi cuchillo entrГі al tronco, se oyГі un ruido fuerte de agrietamiento que no esperaba escuchar, seguido por el crujido de la madera. Levanto la vista y veo la inclinaciГіn del ГЎrbol, y me doy cuenta demasiado tarde, de que este ГЎrbol, congelado por una capa de hielo, estaba muerto. Hundir mi cuchillo era todo lo que necesitaba para inclinarse sobre el borde.

Un momento despuГ©s, el ГЎrbol completo, de por lo menos seis metros, cayГі, estrellГЎndose contra el suelo. Eso provocГі una enorme nube de nieve y agujas de pino. Me agachГ©, nerviosa porque podrГ­a haber alertado a alguien de mi presencia. Estoy furiosa conmigo misma. Fue un descuido. Fue una tonterГ­a. Primero debГ­ haber examinado el ГЎrbol con mГЎs cuidado.

Pero despuГ©s de unos minutos mi pulso se normalizГі, al darme cuenta de que no habГ­a nadie mГЎs aquГ­. Vuelvo a ser sensata, me doy cuenta de que los ГЎrboles caen por sГ­ solos en el bosque todo el tiempo, y su caГ­da no necesariamente delatarГ­a la presencia de una persona. Y cuando veo el lugar donde estuvo el ГЎrbol, miro de nuevo. Me encuentro a mГ­ misma mirando con incredulidad.

AllГЎ, a lo lejos, escondiГ©ndose detrГЎs de una arboleda, a un lado de la montaГ±a, hay una pequeГ±a casa de piedra. Es una estructura pequeГ±a, un cuadrado perfecto, de unos 4.5 metros de ancho y de profundidad, como de 3.5 metros de altura, con paredes hechas con antiguos bloques de piedra. Una pequeГ±a chimenea se eleva desde el techo, y tiene pequeГ±as ventanas en las paredes. La puerta principal de madera, en forma de arco, estГЎ entreabierta.

Esta pequeГ±a casa rural estГЎ muy bien camuflada y combina perfectamente con su entorno, que incluso mientras la miraba, apenas podГ­a distinguir. Su techo y las paredes estaban cubiertas de nieve, y la piedra se integra perfectamente al paisaje. La casa parece antigua, como si hubiera sido construida cientos de aГ±os atrГЎs. No puedo entender lo que estГЎ haciendo aquГ­, quiГ©n la habrГ­a construido o por quГ©. Tal vez fue construida para el vigilante de algГєn parque estatal. Tal vez fue el hogar de un recluso. O de un loco sobreviviente.

Parece que no se ha tocado en aГ±os. Exploro con cuidado el suelo del bosque, en busca de pisadas o huellas de animales, entrando o saliendo. Pero no hay ninguna. Pienso en cuando la nieve comenzГі a caer, hace varios dГ­as, y hago los cГЎlculos en mi cabeza. Nadie ha salido o entrado aquГ­ por lo menos en tres dГ­as.

Mi corazГіn se acelera al pensar en lo que podrГ­a haber en el interior. Alimentos, ropa, medicamentos, armas, materiales, cualquier cosa serГ­a un regalo del Cielo.

Me muevo con cautela a travГ©s del claro, mirando por encima de mi hombro al caminar, para asegurarme de que nadie me estГЎ observando. Me muevo rГЎpidamente, dejando grandes pisadas visibles en la nieve. Al llegar a la puerta principal, me vuelvo y miro una vez mГЎs, y a continuaciГіn, me quedo ahГ­ parada y espero varios segundos, escuchando. No hay ruido alguno mГЎs que el del viento y un arroyo cercano, que se extiende a pocos metros de la casa. Alcanzo mi hacha y con el mango de Г©sta golpeo fuerte la puerta, con un sonido reverberante y fuerte, para dar una advertencia final a algГєn animal que pudiera estar escondido en el interior.

No hay respuesta.

Abro rГЎpidamente la puerta, empujando hacia atrГЎs la nieve, y entro.

EstГЎ oscuro aquГ­ adentro, iluminada sГіlo por la Гєltima luz del dГ­a que entraba por las pequeГ±as ventanas, y le toma a mis ojos unos momentos ajustar la visiГіn. Espero, de pie, con la espalda contra la puerta, en guardia por si algГєn animal pudiera estar utilizando este espacio como refugio. Pero despuГ©s de varios segundos de espera, mi vista se ajusta plenamente a la luz tenue y es obvio que estoy sola.

La primera cosa que notГ© acerca de esta pequeГ±a casa es su calidez. Tal vez sea porque es muy pequeГ±a, con un techo bajo, y estГЎ construida junto a la montaГ±a de piedra; o tal vez porque estГЎ protegida contra el viento. A pesar de que las ventanas estГЎn abiertas a los elementos, a pesar de que la puerta sigue abierta, debe estar por lo menos quince grados mГЎs caliente aquГ­; mucho mГЎs caliente de lo que ha estado la casa de papГЎ, es decir, incluso con una chimenea encendida. La casa de papГЎ fue construida con poco presupuesto, para empezar, con paredes delgadas y revestimiento vinГ­lico, en la esquina de una colina que siempre parece estar en la ruta directa del viento.

Pero este lugar es diferente. Las paredes de piedra son gruesas y bien construidas, me siento cГіmoda y segura aquГ­. Imagino lo cГЎlido que serГ­a este lugar si cierro la puerta, pongo tablas en las ventanas, y enciendo la chimenea, la que parece estar en buenas condiciones.

El interior consta de una gran sala, y entrecierro los ojos en la oscuridad mientras escudriГ±o el suelo, en busca de algo, cualquier cosa, que pueda rescatar. Sorprendentemente, parece que a este lugar nunca ha entrado nadie desde la guerra. Todas las otras casas que he visto tenГ­an ventanas rotas, escombros esparcidos por todo el lugar, y era obvio que habГ­an sacado cualquier cosa Гєtil, hasta el cableado. Pero Г©sta, no. Estaba prГ­stina, limpia y ordenada, como si su propietario se hubiera levantado un dГ­a y se hubiera ido. Me pregunto si fue antes de que empezara la guerra. A juzgar por las telaraГ±as en el techo, y su increГ­ble ubicaciГіn, muy bien escondida detrГЎs de los ГЎrboles, supongo que asГ­ fue. Que nadie ha estado aquГ­ en varias dГ©cadas.

Veo la silueta de un objeto contra la pared del fondo, y me dirijo hacia ella, con las manos al frente, a tientas en la oscuridad. Cuando mis manos lo tocan, me doy cuenta de que es un mueble con cajones. Paso los dedos por su superficie lisa, de madera, y siento que está cubierto de polvo. Paso los dedos por las pequeñas manijas – las perillas de los cajones. Jalo delicadamente, abriéndolos uno por uno. Está demasiado oscuro para ver, así que toco cada cajón con mi mano, peinando la superficie. El primer cajón no tiene nada. Tampoco el segundo. Abro todos ellos, de forma rápida, mis esperanzas decaen -- cuando de repente, en el quinto cajón, me detengo. Allí, en la parte de atrás, siento algo. Lo saco poco a poco.

Lo acerco a la luz, y al principio no puedo descubrir lo que es, pero luego siento el papel de aluminio delator, y me doy cuenta que es una barra de chocolate. Le dieron algunas mordidas, pero todavГ­a tiene su envoltura original, y estГЎ bien conservado. Lo desenvuelvo un poco y lo pongo frente a mi nariz y lo huelo. No puedo creerlo: es chocolate de verdad. No hemos comido chocolate desde la guerra.

El olor me causa una punzada de hambre aguda, y necesito de toda mi fuerza de voluntad para no abrirlo y devorarlo. Me obligo a permanecer fuerte, volviendo a envolverlo cuidadosamente y guardГЎndolo en mi bolsillo. Voy a esperar hasta estar con Bree para disfrutarlo. SonrГ­o imaginando la expresiГіn de su cara cuando ella le dГ© su primer bocado. SerГЎ invaluable.

Reviso rГЎpidamente los cajones restantes, con la esperanza de encontrar todo tipo de tesoros. Pero todos los demГЎs estГЎn vacГ­os. Regreso a la habitaciГіn y la recorro a lo largo y ancho, por las paredes, en las cuatro esquinas, en busca de cualquier cosa. Pero no hay nada en la casa.

De repente, piso algo suave. Me arrodillo y lo recojo, sujetГЎndolo hacia la luz. Estoy sorprendida: es un oso de peluche. EstГЎ usado y le falta un ojo, pero aun asГ­, a Bree le encantan los osos de peluche y extraГ±a el que dejГі. Se sentirГЎ eufГіrica al ver esto. Parece que este es su dГ­a de suerte.

Pongo el oso en mi cinturГіn, y al levantarme, siento que mi mano toca algo suave en el suelo. Lo agarro y la sostengo, y me encanta darme cuenta de que es un paГ±uelo. Es negro y estГЎ cubierto de polvo, asГ­ que no podГ­a verlo en la oscuridad, y al ponerlo en mi cuello y pecho, puedo sentir su calor. Lo saco por la ventana y agito con fuerza, quitando todo el polvo. Lo veo a la luz: es largo y grueso, no tiene ni siquiera un agujero. Es como oro puro. Inmediatamente lo pongo alrededor de mi cuello y lo meto debajo de mi blusa, y ya me siento mucho mГЎs abrigada. Estornudo.

El sol se oculta, y como parece que ya he encontrado todo lo que puedo, comienzo a salir. Al dirigirme a la puerta, de repente, golpeo el dedo de mi pie con algo duro, de metal. Me detengo y me arrodillo, tocГЎndolo en caso de que sea un arma. No lo es. Es una redonda manija de hierro, pegada al suelo de madera. Parecida a una aldaba. O un mango.

Tiro de Г©ste hacia la izquierda y hacia la derecha. No ocurre nada. Intento hacerlo girar. Nada. Entonces me arriesgo y me paro a un lado y tiro de Г©l con fuerza, hacia arriba.

Se abre una trampilla, levantando una nube de polvo.

Miro hacia abajo y descubro un espacio de acceso, a unos cuatro pies de altura, con piso de tierra. Mi corazГіn se alegra ante las posibilidades. Si vivimos aquГ­ y hay algГєn problemas, podrГ­a ocultar a Bree aquГ­ abajo. Esta pequeГ±a casa de campo se vuelve aГєn mГЎs valiosa ante mis ojos.

Y no sГіlo eso. Al mirar hacia abajo, veo algo brillante. Empujo la puerta de madera por completo y rГЎpidamente bajo por la escalera. EstГЎ muy oscuro aquГ­ abajo, y pongo las manos delante de mГ­, andando a tientas. Al dar un paso hacia adelante, siento algo. Vidrio. Los estantes estГЎn integrados en la pared, y alineados en ellos hay frascos de vidrio. Frascos de conservas.

Saco uno y lo sostengo frente a la luz. Su contenido es de color rojo y blando. Parece mermelada. Desenrosco rГЎpidamente la tapa de estaГ±o, lo acerco a mi nariz y lo huelo. El olor acre de las frambuesas me golpea como una ola. Meto el dedo, lo saco y lo pongo con indecisiГіn en mi lengua. No puedo creerlo: es mermelada de frambuesa. Y su sabor es tan fresco como si la hubieran hecho ayer.

Aprieto rГЎpidamente la tapa, pongo el frasco en mi bolsillo, vuelvo rГЎpidamente a las estanterГ­as. Extiendo la mano y siento docenas mГЎs en la oscuridad. Agarro la mГЎs cercana, corro de nuevo hacia la luz, y lo miro. Parecen ser pepinillos encurtidos.

Estoy asombrada. Este lugar es una mina de oro.

Me gustarГ­a poder llevarme todo, pero mis manos estГЎn heladas, no tengo nada para cargarlos y estГЎ oscureciendo. AsГ­ que pongo el frasco de encurtidos donde lo encontrГ©, subo por la escalera, y al regresar a la planta principal, cierro la trampilla firmemente detrГЎs de mГ­. Me gustarГ­a tener una cerradura; me pone nerviosa dejar todo eso allГЎ abajo, sin protecciГіn. Pero luego me recuerdo a mГ­ misma que este lugar no se ha tocado en aГ±os, y que probablemente nunca lo habГ­a visto nadie, si no se hubiera caГ­do ese ГЎrbol.



Al salir, cierro la puerta completamente, sintiГ©ndome protectora, con la sensaciГіn de que Г©sta es nuestra casa.

Con los bolsillos llenos, me apresuro a ir hacia el lago, pero de repente me quedo pasmada al escuchar un ruido. Al principio me preocupa que alguien me haya seguido, pero al girar poco a poco veo otra cosa. Un ciervo estГЎ allГ­, a tres metros de distancia, mirГЎndome. Es el primer ciervo que he visto en aГ±os. Sus grandes ojos negros mirГЎndome, y de repente gira y se va corriendo.

No tengo palabras. He pasado mes tras mes buscando un ciervo, con la esperanza de poder acercarme lo suficiente para lanzarle mi cuchillo. Pero nunca habГ­a sido capaz de encontrar uno en ningГєn lugar. Tal vez no estaba cazando lo suficientemente arriba. Tal vez siempre han vivido aquГ­.

Decido volver a primera hora de la maГ±ana, y esperar todo el dГ­a si es necesario. Si estuvo aquГ­ una vez, tal vez regrese. La prГіxima vez que lo vea, lo matarГ©. Ese ciervo nos darГ­a de comer durante varias semanas.

Estoy llena de nuevas esperanzas mientras me apresuro hacia el lago. Cuando me acerco y reviso mi caГ±a, mi corazГіn se emociona al ver que se ha doblado casi a la mitad. Temblando de emociГіn, me apresuro a travГ©s del hielo, resbalando y deslizГЎndome. Tomo la caГ±a, que se sacude violentamente, y rezo para que se sostenga.

Extiendo mi mano y la sujeto firmemente. Puedo sentir la fuerza de un gran pez tirando hacia atrГЎs, y en silencio aflojo la cuerda para que no se rompa, para que el anzuelo no se rompa. Le doy un tirГіn final, y el pez sale volando del agujero. Se trata de un enorme salmГіn, del tamaГ±o de mi brazo. Aterriza en el hielo y da giros de 180 grados en todas direcciones, deslizГЎndose. Corro y me agacho para atraparlo, pero resbala de mis manos y vuelve a caer en el hielo. Mis manos estГЎn demasiado babosas para sujetarlo, asГ­ que bajo mis mangas, meto la mano y lo sujeto con mayor firmeza esta vez. Se desploma y se retuerce en mis manos durante unos treinta segundos, hasta que finalmente, se tranquiliza y muere.

Estoy sorprendida. Es mi primera captura en meses.

Estoy eufГіrica mientras me deslizo por el hielo y lo dejo en la orilla, metiГ©ndolo en la nieve, con temor de que de alguna manera resucite y salte de nuevo al lago. Tomo la caГ±a de pescar y la cuerda, y las sostengo con una mano, luego sostengo el pescado con la otra. Puedo sentir el frasco de mermelada en un bolsillo, y el termo de savia en la otra, junto con la barra de chocolate y el oso de peluche en mi cintura. Bree va a tener una abundancia de riquezas esta noche.

SГіlo me falta tomar una cosa. Me acerco a la pila de leГ±a seca, nivelo la caГ±a de pescar en mi brazo y con la mano libre recojo la mayor cantidad de leГ±a que puedo cargar. Dejo caer un poco, y no puedo llevar todo lo que me gustarГ­a, pero no me quejo. Puedo volver por el resto en la maГ±ana.

Con las manos, brazos y bolsillos llenos, me resbalo y deslizo por la cara de la empinada montaГ±a en la Гєltima luz del dГ­a, teniendo cuidado de no dejar caer nada de mi tesoro. Mientras, no puedo dejar de pensar en la cabaГ±a. Es perfecta, y mi corazГіn late mГЎs rГЎpido ante las posibilidades. Esto es exactamente lo que necesitamos. La casa de nuestro papГЎ es demasiado visible, estГЎ construida en una calle principal. He estado preocupada desde hace meses, porque estar ahГ­ nos hace demasiado vulnerables. Con solo un tratante de esclavos inesperado que pase por ahГ­, estarГ­amos en problemas. He estado queriendo mudarnos desde hace mucho tiempo, pero no tenГ­a ni idea de adГіnde ir. No hay otras casas aquГ­ arriba.

Esa pequeГ±a casa de campo estГЎ tan arriba, tan lejos de cualquier carretera y construida literalmente en la montaГ±a - estГЎ tan bien camuflada, que es casi como si hubiera sido construida sГіlo para nosotras. Nadie podrГ­a encontrarnos allГ­. E incluso si lo hicieran, no podГ­an acercarse a nosotros con un vehГ­culo. TendrГ­an que subir a pie, y desde ese punto de vista, yo los detectarГ­a a una milla de distancia.

La casa tambiГ©n cuenta con una fuente de agua dulce, un arroyo que pasa justo por delante de su puerta; yo no tendrГ­a que dejar sola a Bree cada vez que haga senderismo para baГ±arme y lavar nuestra ropa. Y ya no tendrГ­a que cargar baldes de agua de uno en uno, desde el lago, cada vez que preparo la comida. AmГ©n de que con el enorme follaje de los ГЎrboles, estarГ­amos lo suficientemente ocultas para encender fuego en la chimenea cada noche. EstarГ­amos mГЎs seguras, mГЎs cГЎlidas, en un lugar lleno de peces y caza -- y equipada con un sГіtano lleno de comida. Mi decisiГіn estГЎ tomada: Nos mudaremos allГЎ maГ±ana.

Es como si me hubieran quitado un peso de encima. Me siento renacer. Por primera vez desde que recuerdo, no siento el hambre que me carcome, no siento el frГ­o lacerando mis dedos. Incluso el viento, mientras voy bajando, parece estar en mi espalda, ayudГЎndome en el trayecto, y sГ© que las cosas finalmente han cambiado. Por primera vez desde que recuerdo, sГ© que ahora podremos salir adelante.

Ahora podemos sobrevivir.



.




D O S


Cuando llegué a la casa de papá era el ocaso, la temperatura bajaba, la nieve empezaba a endurecerse y crujía bajo mis pies. Salgo del bosque y veo ahí nuestra casa, visiblemente ubicada al lado de la carretera, y me siento aliviada de saber que todo se ve tranquilo, tal y como lo dejé. De inmediato busco en la nieve cualquier pisada -- o huellas de animales – saliendo o entrando y no encuentro ninguna.

No hay luces en el interior de la casa, pero eso es normal. Me preocuparГ­a si las hubiera. No tenemos electricidad, y las luces sГіlo significarГ­an que Bree ha encendido velas - y ella no lo harГ­a si no estoy yo ahГ­. Me detengo y escucho durante varios segundos, y todo estГЎ quieto. No hay ruidos de lucha, ni gritos de auxilio, no hay quejidos por enfermedad. Doy un suspiro de alivio.

Una parte de mГ­ siempre tiene miedo de que al regresar encuentre la puerta abierta, la ventana destrozada, huellas de pisadas hacia la casa, a Bree secuestrada. He tenido esta pesadilla varias veces, y siempre despierto sudando, y camino a la otra habitaciГіn para asegurarme de que Bree estГЎ ahГ­. Ella siempre estГЎ ahГ­, sana y salva, y me reprendo a mГ­ misma. SГ© que deberГ­a dejar de preocuparme, despuГ©s de todos estos aГ±os. Pero por alguna razГіn, simplemente no puedo evitarlo; cada vez que tengo que dejar sola a Bree, es como si me clavaran un cuchillito en mi corazГіn.

AГєn en estado de alerta, detectando todo lo que me rodea, examino nuestra casa a la luz del dГ­a, que se consume. Honestamente, nunca fue buena, para empezar. Un rancho tГ­pico de montaГ±a, que parece una caja rectangular sin carГЎcter, adornado con revestimiento de vinil aguamarina barato, que parecГ­a viejo desde el principio, y que ahora se ve deteriorado. Las ventanas son pequeГ±as y escasas y estГЎn hechas de un plГЎstico barato. Parecen de las que hay en un complejo de casas rodantes. Tal vez de 4.5 metros de ancho por unos nueve de profundidad, que debГ­a ser de un dormitorio, pero el que la construyГі, en su sabidurГ­a, la hizo de dos pequeГ±as habitaciones y una sala de estar aГєn mГЎs pequeГ±a.

Recuerdo haberla visitado cuando era niГ±a, antes de la guerra, cuando el mundo era todavГ­a normal. Cuando papГЎ estaba en casa, nos traГ­a hasta aquГ­ los fines de semana, para escapar de la ciudad. Yo no querГ­a ser desagradecida, y siempre le puse una buena cara, pero secretamente, nunca me gustГі; siempre me pareciГі oscura y estrecha, y habГ­a un olor a humedad. Cuando era niГ±a, recuerdo que no podГ­a esperar a que el fin de semana terminara para alejarme de este lugar. Recuerdo secretamente que prometГ­ que cuando fuera mayor nunca volverГ­a aquГ­.

Ahora, irГіnicamente, estoy agradecida por tener este lugar. Esta casa me salvГі la vida -- y la de Bree. Cuando la guerra estallГі y tuvimos que huir de la ciudad, no tenГ­amos opciones. Si no fuera por este lugar, no sГ© adГіnde nos habrГ­amos ido. Y si este lugar no estuviera tan lejos y en lo alto como estГЎ, entonces probablemente habrГ­amos sido capturadas por los tratantes de esclavos hace mucho tiempo. Es curioso cГіmo se puede odiar tanto a las cosas cuando somos infantes y que terminamos apreciando siendo adultos. Bueno, casi adultos. A los 17 aГ±os, me considero una persona adulta, de todos modos. Probablemente he envejecido mГЎs que la mayorГ­a, en los Гєltimos aГ±os.

Si esta casa no se hubiera construido en la carretera, y estuviera tan expuesta, si fuera sГіlo un poco mГЎs pequeГ±a, estuviera mГЎs protegida, mГЎs adentro del bosque, no creo que me preocuparГ­a tanto. Por supuesto, tendrГ­amos que aguantar las delgadas paredes, el techo con goteras, y las ventanas que dejan pasar el viento. JamГЎs llegarГЎ a ser una casa cГіmoda ni cГЎlida. Pero al menos serГ­a segura. Ahora, cada vez que la miro, y veo el amplio panorama allГЎ afuera, no puedo evitar pensar que es un blanco fГЎcil.

Mis pies crujen en la nieve cuando me acerco a la puerta de vinilo, y se escuchan ladridos desde el interior. Es Sasha, haciendo lo que le enseГ±Г© a hacer: proteger a Bree. Estoy muy agradecida de tenerla. Cuida a Bree con tanto esmero, ladra al menor ruido; me da suficiente tranquilidad cuando salgo a cazar. Aunque al mismo tiempo, me preocupa tambiГ©n que su ladrido nos delate; despuГ©s de todo, un perro que ladra, generalmente significa que hay seres humanos. Y eso es exactamente lo que un tratante de esclavos quiere escuchar.

Me apresuro a entrar en la casa y rГЎpidamente la hago callar. Cierro la puerta tras de mГ­, haciendo malabares con los leГ±os que traigo en la mano, y entro en la oscura sala. Sasha se calma, moviendo la cola y saltando sobre mГ­. Es una perra labrador color chocolate, de seis aГ±os; Sasha es la perra mГЎs leal que jamГЎs podrГ­a imaginar -- y la mejor compaГ±Г­a. Si no fuera por ella, creo que Bree habrГ­a caГ­do en una depresiГіn desde hace mucho tiempo. Yo tambiГ©n podrГ­a estarlo.

Sasha me lame la cara, lloriqueando, y parece mГЎs emocionada que de costumbre; olfatea mi cintura, mis bolsillos, detectando que he traГ­do a casa algo especial. Dejo los leГ±os para poder acariciarla, y al hacerlo, puedo sentir sus costillas. EstГЎ demasiado flaca. Me siento culpable. Por otra parte, Bree y yo tambiГ©n lo estamos. Siempre compartimos con ella lo que encontramos para comer, asГ­ que las tres estamos en las mismas condiciones. Aun asГ­, me gustarГ­a poder darle mГЎs.

Ella acerca la nariz al pescado, y al hacerlo, vuela de la mano y cae en el suelo. Sasha se lanza inmediatamente sobre Г©l, sus garras hacen que se deslice por el suelo Ella salta sobre el pescado de nuevo, esta vez mordiГ©ndolo. Pero a ella no debe gustarle el sabor del pescado crudo, asГ­ que lo deja. Pero juega con Г©l, saltГЎndole encima una y otra vez, mientras se desliza por el suelo.

"ВЎSasha, detente!", le digo en voz baja, para no despertar a Bree. TambiГ©n temo que si juega con Г©l demasiado tiempo, podrГ­a abrirlo y perder parte de la carne valiosa. Obediente, Sasha se detiene. Sin embargo, puedo ver lo emocionada que estГЎ, y quiero darle algo. Meto la mano en el bolsillo, abro la tapa de lata del frasco de conservas, saco un poco de la mermelada de frambuesa con el dedo, y se la doy.

Sin perder el ritmo, lame mi dedo, y de tres grandes lamidas, se ha comido todo lo que le servГ­. Se lame los labios y me mira con los ojos bien abiertos, con ganas de que le dГ© mГЎs.

Le acaricio la cabeza, le doy un beso, y vuelvo a levantarme. Ahora me pregunto si estuvo bien darle un poco, o si fui cruel por darle tan poco.

La casa estГЎ a oscuras como siempre estГЎ en la noche, mientras trastabilleo. Rara vez encenderГ© una hoguera. Por mucho que necesitemos el calor, no quiero correr el riesgo de llamar la atenciГіn. Pero esta noche es diferente: Bree tiene que ponerse bien, tanto fГ­sica como emocionalmente, y sГ© que una hoguera harГЎ que lo logre. TambiГ©n me siento mГЎs abierta a ser audaz, teniendo en cuenta que vamos a mudarnos de aquГ­ maГ±ana.

Cruzo la habitaciГіn hasta el armario y saco una vela y un encendedor. Una de las mejores cosas de este lugar era su enorme alijo de velas, una de las pocas buenas consecuencias de que mi padre fuera un infante de marina, por ser un fanГЎtico de la supervivencia. Cuando de niГ±as venГ­amos de visita, la electricidad se iba durante cada tormenta, por lo que Г©l habГ­a almacenado velas, decidido a vencer a los elementos. Recuerdo que solГ­a burlarme de Г©l, por eso lo llamaba: "acumulador" cuando descubrГ­ todo su armario lleno de velas. Ahora que me quedan pocas, desearГ­a que hubiese guardado mГЎs.

He mantenido con vida nuestro Гєnico encendedor, usГЎndolo con moderaciГіn, y sacando un poco de gasolina de la motocicleta una vez cada pocas semanas. Doy gracias a Dios todos los dГ­as por la moto de papГЎ, y tambiГ©n estoy agradecida por haberle puesto combustible una Гєltima vez; es la Гєnica cosa que tenemos que me hace pensar que todavГ­a tenemos una ventaja, que tenemos algo realmente valioso, una manera de sobrevivir, si las cosas se van al infierno. PapГЎ siempre tenГ­a la moto en el pequeГ±o garaje adjunto a la casa, pero cuando llegamos por primera vez, despuГ©s de la guerra, lo primero que hice fue sacar a darle una vuelta por la colina, hacia el bosque, escondiГ©ndola debajo de arbustos y ramas y espinas tan gruesas que posiblemente nadie podrГ­a encontrarla. PensГ© que si descubrГ­an nuestra casa, lo primero que harГ­an es revisar el garaje.

TambiГ©n estoy agradecida de que mi padre me enseГ±ara a conducirla cuando yo era mГЎs joven, a pesar de las protestas de mamГЎ. Fue mГЎs difГ­cil aprender a conducirla que la mayorГ­a de las motos, por el sidecar que trae. Recuerdo que cuando tenГ­a doce aГ±os, aterrorizada, aprendГ­ a conducirla mientras papГЎ estaba sentado en el sidecar, dГЎndome Гіrdenes cada vez que el motor se me apagaba. AprendГ­ sobre estas empinadas e implacables carreteras de montaГ±a, y recuerdo haber tenido la sensaciГіn de que Г­bamos a morir. Recuerdo estar mirando por encima del acantilado, viendo la caГ­da, y llorando, insistiendo en que Г©l condujera. Pero Г©l se negaba. Se quedaba allГ­ sentado obstinadamente durante mГЎs de una hora, hasta que por fin yo dejaba de llorar y lo intentaba de nuevo. Y de alguna manera, aprendГ­ a manejarla. En resumen, esa fue mi crianza.

No he tocado la moto desde el dГ­a en que la escondГ­, y ni siquiera me arriesgo a ir a verla, excepto cuando tengo que sacarle el combustible, e incluso sГіlo voy a hacerlo por la noche. Me imagino que si alguna vez nos vemos en problemas y necesitamos salir de aquГ­ rГЎpido, pondrГ© a Bree y a Sasha en el sidecar y nos iremos a un lugar seguro. Pero, en realidad, no tengo idea acerca del lugar al que podrГ­amos ir. De todo lo que he visto y escuchado, el resto del mundo es un pГЎramo, lleno de criminales violentos, pandillas y pocos sobrevivientes. Los pocos violentos que han logrado sobrevivir se han congregado en las ciudades, secuestrando y esclavizando a quienquiera que encuentren, ya sea para sus propios fines, o para participar en los enfrentamientos a muerte en los estadios. Supongo que Bree y yo somos de las pocas sobrevivientes que aГєn viven libremente, por nuestra cuenta, fuera de las ciudades. Y entre los pocos que aГєn no han muerto de hambre.

Enciendo la vela, y Sasha me sigue mientras camino lentamente a travГ©s de la casa a oscuras. Supongo que Bree estГЎ dormida, y eso me preocupa: normalmente no duerme tanto. Me detengo ante su puerta, indecisa acerca de despertarla. Al estar ahГ­ parada, miro hacia arriba y me asombro de ver mi propio reflejo en el pequeГ±o espejo. Me veo mucho mayor, como cada vez que me veo en el espejo. Mi rostro, delgado y anguloso, estГЎ sonrojado por el frГ­o, mi cabello castaГ±o claro me llega a los hombros, enmarcando mi cara, y mis ojos gris acero me miran como si pertenecieran a alguien que no reconozco. Son ojos severos y penetrantes. PapГЎ siempre decГ­a que tenГ­a ojos de lobo. MamГЎ siempre decГ­a que eran hermosos. No estaba segura de a quiГ©n creer.

RГЎpidamente alejo la mirada, no querГ­a verme a mГ­ misma. Extiendo la mano y volteo el espejo para que eso no vuelva a suceder.

Poco a poco abro la puerta de Bree. En cuanto lo hago, Sasha entra y corre al lado de Bree, acostГЎndose y apoyando su barbilla sobre su pecho, mientras le lame la cara. Nunca deja de sorprenderme lo unidas que son ellas dos; a veces siento que estГЎn mГЎs unidas que nosotras.

Bree abre lentamente los ojos y los entrecierra en la oscuridad.

"ВїBrooke?", pregunta.

"Soy yo", le digo en voz baja. "Estoy en casa".

Ella se sienta y sonrГ­e mientras sus ojos se iluminan con aprecio. Ella se encuentra en un colchГіn barato en el suelo y se despoja de su delgada manta y comienza a salir de la cama, todavГ­a en piyama. Se mueve mГЎs lentamente de lo habitual.

Me agacho y le doy un abrazo.

"Tengo una sorpresa para ti", le digo, apenas capaz de contener mi emociГіn.

Ella mira hacia arriba con los ojos bien abiertos, y luego los cierra y extiende sus manos, esperando. Ella es tan crГ©dula, tan confiada, que me sorprende. Estoy indecisa sobre quГ© darle primero, y le doy el chocolate. Meto la mano en el bolsillo, saco la barra, y poco a poco la coloco en la palma de su mano. Ella abre los ojos y mira sus manos, entrecerrando los ojos en la luz; indecisa, acerco la vela.

"ВїQuГ© es?", pregunta.

"Un chocolate”, respondo.

Ella levanta la vista como si yo le estuviera jugando una mala pasada.

"Es en serio", dije.

"Pero, Вїde dГіnde lo has sacado?" Pregunta ella, sin comprender. Ella mira hacia abajo como si un asteroide acabara de aterrizar en su mano. No la culpo: ya no hay tiendas, no hay gente alrededor, y no hay ningГєn lugar a menos de ciento sesenta kilГіmetros, donde yo pudiera encontrar una cosa asГ­.

Le sonrГ­o. "Santa Claus me lo dio para ti. Es un regalo de Navidad anticipado".

Ella frunce el ceГ±o. "No, en serio", insiste.

Respiro profundamente, al darme cuenta de que es hora de decirle lo de nuestra nueva casa, lo de mudarnos de aquГ­ maГ±ana. Trato de pensar en la mejor manera de expresarlo. Espero que se emocione tanto como yo, pero con los niГ±os, nunca se sabe. Una parte de mГ­, se preocupa acerca de que ella pudiera sentirse apegada a este lugar, y que no quiera dejarlo.

"Bree, tengo grandes noticias", le digo, mientras me inclino hacia abajo y la tomo de los hombros. "Hoy descubrГ­ el lugar mГЎs increГ­ble, allГЎ arriba. Es una pequeГ±a casa de piedra, y es perfecta para nosotras. Es acogedora, cГЎlida y segura, y tiene la mГЎs hermosa chimenea, que podemos encender todas las noches. Y lo mejor de todo es que tiene todo tipo de comida. Al igual que este chocolate".

Bree vuelve a mirar el chocolate, analizГЎndolo, y abre los ojos aГєn mГЎs cuando se da cuenta de que es de verdad. Ella quita suavemente la envoltura y lo huele. Cierra los ojos y sonrГ­e, luego se inclina para darle una mordida, pero de repente se detiene. Ella me mira con preocupaciГіn.

"ВїY para ti?" pregunta" ВїSГіlo hay una barra?"

AsГ­ es Bree, siempre tan considerada, aunque se estГ© muriendo de hambre. "MuГ©rdelo tГє primero", le digo. "No hay problema".

Ella jala la envoltura hacia atrГЎs, y le da una gran mordida. Su rostro, ahuecado de hambre, se llena de euforia.

"Mastica lentamente", le advierto. "No quiere que tengas un dolor de estГіmago".

Ella se desacelera, saboreando cada bocado. Corta un gran pedazo y lo pone en mi mano. "Es tu turno", dice ella.

Poco a poco lo pongo en mi boca, dГЎndole una pequeГ±a mordida, dejГЎndolo en la punta de mi lengua. Lo chupo y a continuaciГіn lo mastico lentamente, saboreando cada momento. El sabor y el olor del chocolate llenan mis sentidos. Posiblemente es la mejor cosa que he probado.

Sasha lloriquea, acercando su nariz al chocolate, y Bree corta un trozo y se lo ofrece. Sasha lo quita de sus dedos y lo traga de un bocado. Bree se rГ­e, encantada con ella, como siempre. Luego, en una sorprendente muestra de autocontrol, Bree envuelve la mitad restante de la barra, estira la mano y sabiamente lo pone en lo alto de la cГіmoda, fuera del alcance de Sasha. Bree todavГ­a se ve dГ©bil, pero puedo ver que empieza a reanimarse.

"ВїQuГ© es eso?" me pregunta, seГ±alando mi cintura.

Por un momento no me di cuenta de quГ© estaba hablando, y bajГ© la mirada y vi el oso de peluche. Con toda la emociГіn, casi lo habГ­a olvidado. EstirГ© la mano y se lo entreguГ©.

"Lo encontré en nuestra nueva casa", le dije. “Es para ti".

Bree abre los ojos llena de emociГіn mientras sujeta al oso, envolviГ©ndolo en su pecho y meciГ©ndose hacia atrГЎs y adelante.

"ВЎMe encanta!", exclama Bree, sus ojos brillan". ВїCuГЎndo podemos mudarnos? ВЎNo puedo esperar!"

Me siento aliviada. Antes de que pueda responder, Sasha se inclina y pega la nariz contra el nuevo oso de peluche de Bree, olfateГЎndolo; Bree lo frota juguetonamente en su cara, y Sasha se lo arrebata y sale corriendo de la habitaciГіn.

"ВЎOye!", grita Bree, estallando en un ataque de risa, mientras la persigue.

Ambas corren hacia la sala de estar, enfrascadas en una lucha por el oso. No estoy segura de quiГ©n lo disfruta mГЎs.

Voy tras ella, ahuecando la vela con cuidado para que no se apague y para llevarla directamente a mi pila de leГ±a. Puse algunas de las ramas mГЎs pequeГ±as en la chimenea, y luego arranquГ© un puГ±ado de hojas secas de una cesta que estaba junto a la chimenea. Me alegro de haberlas recogido el otoГ±o pasado para que sirvan para encender el fuego. Funcionan de maravilla. Pongo las hojas secas bajo las ramas, las enciendo y la llama no tarda en subir y lamer la madera. Sigo poniendo hojas en la chimenea, hasta que finalmente, las ramas estГЎn totalmente prendidas. Soplo la vela, guardГЎndola para otra ocasiГіn.

"ВїEstamos teniendo una hoguera?", Bree grita emocionada.

"SГ­", le digo. "Esta noche vamos a celebrar. Es nuestra Гєltima noche aquГ­".

"ВЎViva!" grita Bree, dando saltos, y Sasha ladra junto a ella, uniГ©ndose a la emociГіn. Bree corre y agarra algo de la leГ±a, ayudГЎndome mientras la coloco sobre el fuego. La ponemos con cuidado, dejando espacio para el aire, y Bree sopla sobre ella, avivando las llamas. Una vez que la leГ±a se enciende, coloco un tronco mГЎs grueso en la parte superior. Sigo apilando troncos mГЎs grandes, hasta que por fin tenemos una hoguera.

En momentos, la habitaciГіn estГЎ encendida, y ya se puede sentir el calor. Estamos junto al fuego, y yo extiendo mis manos, frotГЎndolas, dejando que el calor penetre en mis dedos. Poco a poco, la sensaciГіn comienza a regresar. Me descongelo gradualmente por el largo dГ­a al aire libre, y empiezo a sentirme yo misma de nuevo.

"ВїQuГ© es eso?", pregunta Bree, seГ±alando el piso. "ВЎParece un pescado!".

Ella corre hacia Г©l y lo agarra, recogiГ©ndolo, y resbala de sus manos. Ella se rГ­e, y Sasha, sin perder el ritmo, se abalanza sobre Г©l con sus patas, haciendo que se deslice por el suelo, "ВїDГіnde lo atrapaste?", grita Bree.

Lo recojo antes de que Sasha pueda hacer mГЎs daГ±o, abro la puerta, y lo echo fuera, en la nieve, donde se conservarГЎ mejor y fuera de peligro, antes de cerrar la puerta detrГЎs de mГ­.

"Esa era mi otra sorpresa", le digo. "ВЎVamos a cenar esta noche!"

Bree corre y me da un gran abrazo. Sasha ladra, como si comprendiera. La abrazo.

"Tengo dos sorpresas mГЎs para ti", anuncio con una sonrisa. "Son para el postre. ВїQuieres que espere hasta despuГ©s de la cena? ВїO las quieres ahora?"

"ВЎAhora!", grita emocionada.

SonrГ­o, emocionada tambiГ©n. Al menos eso la tendrГЎ controlada durante la cena.

Meto la mano en mi bolsillo y extraigo el tarro de mermelada. Bree lo mira divertida, dudando notoriamente, y desenrosco la tapa y la coloco debajo de su nariz. "Cierra los ojos", le digo.

Ella lo hace. "Ahora, inhala".

Ella respira profundamente, y se asoma una sonrisa en su rostro. Abre sus ojos.

"ВЎHuele como a frambuesa!" exclama.

"Es mermelada. Adelante. PruГ©bala".

Bree mete dos dedos, saca una gran bola y se la come. Sus ojos se iluminan.

"QuГ© rico", dice ella, mientras vuelve a meter los dedos, toma otra bola y la acerca a Sasha, quien se acerca corriendo y sin dudarlo se lo traga. A Bree le da un ataque de risa y yo aprieto la tapa y pongo el tarro en la repisa, lejos de Sasha.

"ВїEsto es tambiГ©n de nuestra nueva casa?" me pregunta.

Asiento con la cabeza, aliviada al oГ­r que ella ya lo considera nuestro nuevo hogar.

"Y hay una Гєltima sorpresa", le digo. "Pero la voy a dejar para la cena".

Quito el termo de mi cinturГіn y lo pongo arriba en la repisa, fuera de su vista, para que no vea de quГ© se trata. Puedo verla estirando el cuello, pero lo oculto bien.

"ConfГ­a en mГ­", le digo. "SerГЎ algo bueno".

*

No quiero que la casa apeste a pescado, asГ­ que decido desafiar al frГ­o y preparar el salmГіn afuera. Llevo mi cuchillo y me dispongo a prepararlo, apoyГЎndolo en un tocГіn de ГЎrbol mientras me arrodillo junto a Г©l en la nieve. Realmente no sГ© lo que estoy haciendo, pero sГ© lo suficiente para darme cuenta de que uno no se come ni la cabeza ni la cola. AsГ­ que empiezo por quitar esas partes.

TambiГ©n supongo que no vamos a comer las aletas, asГ­ que las corto; tampoco las escamas, asГ­ que se las quito lo mejor que puedo. Entonces me imagino que se tiene que abrir para comer, asГ­ que corto lo que queda de Г©l por la mitad. Deja al descubierto las entraГ±as gruesas y rosadas y tiene un montГіn de espinas. No sГ© quГ© mГЎs hacer, asГ­ que me imagino que estГЎ listo para ser cocinado.

Antes de entrar, siento la necesidad de lavarme las manos. Me agacho, agarro un puГ±ado de nieve, y me enjuago las manos con ella, agradecida por la nieve -- por lo general, tengo que caminar hasta el arroyo mГЎs cercano, ya que no tenemos agua corriente. Me levanto, y antes de entrar, me detengo un segundo y disfruto de mi entorno. Al principio, estoy escuchando, como siempre lo hago, para detectar cualquier signo de ruido, de peligro. DespuГ©s de varios segundos, me doy cuenta de que el mundo estГЎ de lo mГЎs tranquilo posible. Finalmente, poco a poco, me relajo, respiro profundo, siento los copos de nieve sobre mis mejillas, disfruto de esta gran tranquilidad, y me doy cuenta de lo absolutamente hermoso que es mi entorno. Los altos pinos estГЎn cubiertos de blanco, la nieve cae sin cesar de un cielo pГєrpura, y el mundo parece perfecto, como un cuento de hadas. La chimenea resplandece a travГ©s de la ventana, y desde aquГ­, nuestra casa parece el lugar mГЎs acogedor del mundo.

Regreso a la casa con el pescado, cerrando la puerta detrГЎs de mГ­, y se siente bien entrar en un lugar mucho mГЎs cГЎlido, con la suave luz del fuego reflejando todo. Bree se ha ocupado bien del fuego, como siempre lo hace, agregando leГ±os de manera experta, y ahora llega a una altura mayor. Ella estГЎ poniendo los cubiertos en el suelo, junto a la chimenea, con cuchillos y tenedores de la cocina. Sasha se sienta a su lado con atenciГіn, observando cada movimiento.

Yo acerco el pescado al fuego. Realmente no sГ© cГіmo cocinarlo, asГ­ que me imagino que voy a ponerlo en el fuego durante un rato, dejarlo asar, darle la vuelta un par de veces, y espero que eso funcione. Bree lee mi mente: ella se dirige inmediatamente a la cocina y vuelve con un cuchillo afilado y dos pinchos largos. Ella ensarta cada trozo de pescado, luego toma su porciГіn y la sostiene sobre la llama. Yo sigo su ejemplo. El instinto domГ©stico de Bree siempre ha sido superior al mГ­o, y estoy agradecida por su ayuda. Siempre hemos sido un buen equipo.

Las dos nos quedamos ahГ­, mirando las llamas, paralizadas, sosteniendo nuestro pescado en el fuego hasta que nuestros brazos se tornan pesados. El olor a pescado llena la habitaciГіn, y despuГ©s de unos diez minutos siento dolor en el estГіmago y me impaciento de hambre. Decido que mi pescado ya estГЎ cocido, despuГ©s de todo, supongo que la gente come pescado crudo a veces, asГ­ que no podrГ­a ser tan malo. Bree parece estar de acuerdo, asГ­ que cada una puso su parte en el plato y nos sentamos en el suelo, una al lado de la otra, de espaldas al sofГЎ y con los pies hacia la hoguera.

"Ten cuidado", le advierto. “Todavía hay un montón de espinas en su interior".

Saco las espinas, y Bree hace lo mismo. Una vez que se las quito, tomo un pequeГ±o trozo de la carne de pescado de color rosa, que estГЎ caliente al tacto, y me alisto para comerlo.

En realidad, tiene buen sabor. No estarГ­a mal ponerle un poco de sal o algГєn condimento, pero al menos su sabor es de algo frito y es de lo mГЎs fresco posible. Puedo sentir que la proteГ­na que tanto necesito entra en mi cuerpo. Bree tambiГ©n devora el suyo, y noto el alivio en su rostro. Sasha se sienta a su lado, mirando fijamente, lamiГ©ndose el hocico, y Bree elige un pedazo grande, cuidadosamente le quita las espinas y se lo da de comer a Sasha. Sasha lo mastica y se lo traga, entonces lame sus morros y vuelve a mirar, deseando comer mГЎs.

"Ven, Sasha", le digo.

Viene corriendo y tomo un pedazo de mi pescado, le quito las espinas, y se lo doy; ella lo traga en segundos. Sin darme cuenta, mi pescado se acabó – también el de Bree -- y me sorprende sentir que mi estómago gruñe de nuevo. Desearía haber atrapado otros más. Aun así, esta fue una cena con más comida de la que habíamos tenido en semanas, y trato de esforzarme para estar conforme con lo que tenemos.

Entonces recuerdo la savia. Me levanto de un salto, retiro el termo de su escondite y se lo doy a Bree.

"Anda", le sonrГ­o, "dale el primer sorbo".

"ВїQuГ© es?" pregunta, desenroscГЎndolo y acercГЎndolo a su nariz. "No huele a nada".

"Es la savia del arce", le digo. "Es como agua con azГєcar. Pero mejor".

Ella sorbe vacilantemente, y luego me mira, con los ojos bien abiertos de alegría. "¡Es deliciosa!”, dice alborotada. Toma varios sorbos grandes, luego se detiene y me lo da. No me resisto a tomar varios sorbos grandes. Siento el subidón de azúcar. Me inclino y con cuidado, vierto un poco en el tazón de Sasha, ella lame todo y parece que también le gusta.

Pero todavГ­a me estoy muriendo de hambre. En un raro momento de debilidad, pienso en el tarro de mermelada y digo: Вїpor quГ© no? DespuГ©s de todo, supongo que hay muchos mГЎs en esa cabaГ±a en la cima de la montaГ±a, y si esta noche no es motivo para celebrar, Вїentonces cuГЎndo?

Bajo el frasco de conservas, lo desenrosco, meto mi dedo, y saco un gran montГіn. Lo pongo en mi lengua y lo dejo reposar en la boca todo el tiempo que puedo antes de tragarlo. Es celestial. Extiendo la mano con el resto del frasco, todavГ­a medio lleno, y se lo doy a Bree. "Adelante", le digo, termГ­natelo. "Hay mГЎs en nuestra nueva casa".

Bree abre bien los ojos y extiende la mano. "ВїEstГЎs segura?" pregunta. "ВїNo deberГ­amos guardarlo?".

Niego con la cabeza. "Es hora de darnos un gusto".

Bree no necesita mucho convencimiento. En cuestiГіn de minutos se lo come todo, dejando solo un poco mГЎs para Sasha.

Nos tumbamos allГ­, apoyadas en el sofГЎ, con los pies en direcciГіn al fuego, y finalmente, siento que mi cuerpo empieza a relajarse. Entre el pescado, la savia y la mermelada, por fin, poco a poco, siento que regresa mi fuerza. Miro a Bree, que estГЎ dormitando; la cabeza de Sasha estГЎ en su regazo, y aunque todavГ­a se ve enferma, por primera vez en mucho tiempo, detecto esperanza en sus ojos.

"Te amo, Brooke", dice en voz baja.

"Yo tambiГ©n te amo", le respondo.

Pero cuando echo un vistazo me doy cuenta que ya estГЎ profundamente dormida.

Bree estГЎ acostada en el sofГЎ, frente al fuego, mientras que yo me siento en la silla al lado de ella; es un hГЎbito al que nos hemos acostumbrado a lo largo de los meses. Todas las noches antes de acostarnos, se acurruca en el sofГЎ, pues le da mucho miedo dormir sola en su cuarto. Yo le hago compaГ±Г­a, a la espera de que se quede dormida, despuГ©s de lo cual la llevo cargando a la cama. La mayorГ­a de las noches no tenemos una hoguera, pero nos sentamos allГ­ de todos modos.

Bree siempre tiene pesadillas. Antes no las tenГ­a; recuerdo que, antes de la guerra, se quedaba dormida fГЎcilmente. De hecho, incluso me burlaba de ella por eso, la llamaba Bree, "hora de dormir", ya que se quedaba dormida en el coche, en un sofГЎ, leyendo un libro en una silla -- en cualquier lugar. Pero ya no, ahora se queda despierta durante horas, y cuando duerme, estГЎ intranquila. La mayorГ­a de las noches oigo sus gemidos o gritos a travГ©s de las delgadas paredes. ВїQuiГ©n puede culparla? Con el horror que hemos visto, es increГ­ble que no haya enloquecido por completo. Hay demasiadas noches en las que apenas puedo dormir.

Lo Гєnico que le ayuda es cuando le leo. Afortunadamente, cuando escapamos, Bree tuvo la entereza de tomar su libro favorito. The Giving Tree (El ГЃrbol Generoso). Todas las noches se lo leo. Ya me lo sГ© de memoria, y cuando estoy cansada, a veces cierro los ojos y lo recito de memoria. Por suerte, es corto.

Me recuesto en la silla, sintiГ©ndome tambiГ©n con sueГ±o, volteo la cubierta gastada y empiezo a leer. Sasha estГЎ acostada en el sofГЎ junto a Bree, con las orejas hacia arriba, y a veces me pregunto si tambiГ©n estarГЎ escuchando.

"HabГ­a una vez un ГЎrbol que amaba a un pequeГ±o niГ±o. Y todos los dГ­as el niГ±o iba y recogГ­a sus hojas y las convertГ­a en coronas y jugaba al Rey de la Selva".

Echo un vistazo y Bree estГЎ en el sofГЎ, profundamente dormida. Me siento aliviada. QuizГЎ fue gracias al fuego, o tal vez por la comida. Dormir es lo que mГЎs necesita ahora para recuperarse. Me quito mi nueva bufanda, envuelta de manera ceГ±ida alrededor de mi cuello, y suavemente la extiendo sobre su pecho. Finalmente, su pequeГ±o cuerpo deja de temblar.

Pongo un Гєltimo leГ±o en el fuego, me siento en mi silla, y giro, mirando las llamas. Veo cГіmo se consume lentamente y desearГ­a haber transportado mГЎs troncos. Es mejor asГ­. SerГЎ mГЎs seguro de esta manera.

Un leГ±o chisporrotea mientras me pongo cГіmoda, sintiГ©ndome mГЎs relajada de lo que he estado en aГ±os. A veces, despuГ©s de que Bree se queda dormida, traigo mi libro y lo leo. Lo veo ahГ­, en el suelo: El SeГ±or de las Moscas. Es el Гєnico libro que me queda y estГЎ tan gastado por el uso, que parece que tuviera cien aГ±os de antigГјedad. Es una experiencia extraГ±a, que quede sГіlo un libro en el mundo. Hace que me dГ© cuenta de todo lo que subestimГ©, me hace extraГ±ar la Г©poca en que habГ­a bibliotecas.

Esta noche me siento muy emocionada para leer. Mi mente vuela, estГЎ llena de pensamientos para un maГ±ana, sobre nuestra nueva vida en lo alto de la montaГ±a. Sigo pensando en todas las cosas que voy a necesitar para mudarnos allГЎ, y cГіmo lo voy a hacer. EstГЎn nuestros utensilios bГЎsicos, los fГіsforos, lo que queda de nuestras velas, mantas y colchones. Fuera de eso, ninguna de nosotras tenemos mucha ropa, y aparte de nuestros libros, no tenemos posesiones. Esta casa era bastante austera cuando llegamos, asГ­ que no tenemos recuerdos. Me gustarГ­a llevar este sofГЎ y una silla, aunque voy a necesitar la ayuda de Bree para eso, y voy a tener que esperar hasta que ella se sienta lo suficientemente bien. Vamos a tener que hacerlo por etapas, llevando primero lo esencial, y dejando los muebles para el final. Eso estГЎ bien, siempre y cuando estemos allГ­ arriba, seguras y protegidas. Eso es lo que mГЎs importa.

Me pongo a pensar en todas las maneras para hacer que esa pequeГ±a cabaГ±a sea aГєn mГЎs segura de lo que es. Definitivamente voy a tener que encontrar la manera de hacer unas persianas para las ventanas abiertas, para que pueda cerrarlas cuando lo necesite. Miro a mi alrededor, buscando en nuestra casa algo que pueda usar. NecesitarГ­a bisagras para que las persianas funcionen, y veo las bisagras en la puerta de la sala de estar. Tal vez pueda quitarlas. Y ya que estoy en ello, tal vez pueda usar la puerta de madera tambiГ©n, y cortarla en pedazos.

Cuanto mГЎs miro a mi alrededor, mГЎs empiezo a darme cuenta de lo mucho que puedo rescatar. Recuerdo que mi padre dejГі una caja de herramientas en el garaje, con una sierra, martillo, destornillador, incluso una caja de clavos. Es una de las cosas mГЎs valiosas que tenemos, y hago una nota mental para llevar eso en primer lugar.

DespuГ©s por supuesto, la motocicleta. Eso es imperante en mi mente: cuГЎndo transportarla, y de quГ© manera. No puedo soportar la idea de dejarla, ni siquiera por un minuto. AsГ­ que en nuestro primer viaje allГЎ arriba, la llevarГ©. No puedo arriesgarme a ponerla en marcha y llamar la atenciГіn - y ademГЎs, la cara de la montaГ±a es demasiado empinada para conducir hacia arriba. Voy a tener que subirla caminando hasta la montaГ±a. Presupongo lo agotador que serГЎ, sobre todo en la nieve. Pero no veo otra manera. Si Bree no estuviera enferma, ella podrГ­a ayudarme, pero en su estado actual, no llevarГЎ nada - sospecho que incluso tendrГ© que cargarla. Me doy cuenta de que no tenemos mГЎs remedio que esperar hasta maГ±ana por la noche, al amparo de la oscuridad, antes de que nos mudemos. Tal vez estoy siendo paranoica - las posibilidades de que alguien nos estГ© vigilando son remotas, pero aun asГ­, es mejor ser cautelosas. Sobre todo porque sГ© que hay otros sobrevivientes aquГ­ arriba. De eso estoy segura.

Recuerdo el primer dГ­a que llegamos. Las dos estГЎbamos aterrorizadas, solas, y agotadas. Esa primera noche, ambas fuimos a la cama con hambre, y me preguntaba cГіmo Г­bamos a sobrevivir. ВїHabГ­a sido un error dejar Manhattan, abandonar a nuestra madre, dejar atrГЎs todo lo que conocГ­amos?

Y entonces en nuestra primera maГ±ana, despertГ©, abrГ­ la puerta y me sorprendiГі descubrirlo ahГ­ sentado: el cadГЎver de un ciervo muerto. Al principio, yo estaba aterrorizada. Lo tomГ© como una amenaza, una advertencia, suponiendo que alguien nos estaba diciendo que nos fuГ©ramos, que no Г©ramos bienvenidas ahГ­. Pero despuГ©s de que superГ© mi sorpresa inicial, me di cuenta de que Г©se no era el caso: en realidad era un regalo. Alguien, otro sobreviviente, debe habernos estado observando... Debe haber visto lo desesperadas que estГЎbamos, y en un acto de generosidad suprema, decidiГі darnos su presa, nuestra primera comida, carne suficiente para que durara varias semanas. No puedo imaginar lo valiosa que debe haber sido para Г©l.

Recuerdo haber caminado afuera, mirando a todas partes, arriba y abajo de la montaГ±a, mirando en todos los ГЎrboles, esperando que alguna persona apareciera y me saludara. Pero nadie lo hizo. Todo lo que vi fueron ГЎrboles, y a pesar de que esperГ© varios minutos, todo lo que escuchГ© fue el silencio. Pero sabГ­a, yo sabГ­a que estaba siendo vigilada. Supe entonces que habГ­a otras personas que estaban aquГ­, sobreviviendo como nosotras.

Desde entonces, he sentido una especie de orgullo, sentГ­ que Г©ramos parte de una comunidad silenciosa de supervivientes aislados que viven en estas montaГ±as, prefiriendo estar solos, que nunca se comunican entre sГ­ por temor a ser vistos, por temor a ser visibles para un tratante de esclavos. Supongo que asГ­ es como los otros han sobrevivido tanto tiempo: no dejando nada al azar. Al principio, yo no lo entendГ­a. Pero ahora lo agradezco. Y desde entonces, aunque nunca veo a nadie, nunca me he sentido sola.

Pero tambiГ©n me hizo mГЎs justiciera; estos otros sobrevivientes, si todavГ­a estГЎn vivos, sin duda alguna, a estas alturas deben estar tan hambrientos y desesperados como nosotras. Especialmente en los meses de invierno. QuiГ©n sabe si el hambre, si la necesidad de defender a sus familias, los ha llevado al extremo de la desesperaciГіn, si su carГЎcter caritativo ha sido reemplazado por un puro instinto de conservaciГіn. SГ© que el pensar en Bree, Sasha, y yo muertas de hambre, a veces me ha llevado a tener algunos pensamientos bastante desesperados. AsГ­ que no voy a dejar nada al azar. Nos mudaremos por la noche.

De todos modos, funciona a la perfecciГіn. Tengo que aprovechar la maГ±ana para volver a subir hasta allГЎ, sola, para explorar primero, para asegurarme una vez mГЎs que nadie ha entrado o salido. TambiГ©n tengo que volver a ese lugar donde encontrГ© el ciervo y esperarlo. SГ© que es una posibilidad remota, pero si me lo encuentro de nuevo, y acabo con Г©l, nos puede alimentar durante varias semanas. PerdГ­ a ese primer ciervo que nos fue dado, hace aГ±os, porque yo no sabГ­a cГіmo despellejarlo ni cГіmo cortarlo en pedazos ni cГіmo conservarlo. Lo arruinГ© y sГіlo logrГ© hacer una comida con Г©l antes de que el cadГЎver se descompusiera. Fue un terrible desperdicio de comida, y estoy decidida a no hacerlo de nuevo. Esta vez, sobre todo con la nieve, voy a encontrar una manera de preservarlo.

Meto la mano en mi bolsillo y saco la navaja de bolsillo que papГЎ me dio antes de irse, froto la empuГ±adura gastada, con sus iniciales grabadas y el logotipo de la InfanterГ­a de Marina estampada en ella, como lo he hecho todas las noches desde que llegamos aquГ­. Me digo a mГ­ misma que Г©l todavГ­a estГЎ vivo. Incluso despuГ©s de todos estos aГ±os, a pesar de que sГ© que las posibilidades de verlo de nuevo son casi nulas, no puedo evitar pensarlo.

Todas las noches deseo que mi papГЎ nunca se hubiera ido, que nunca se hubiera ofrecido como voluntario para la guerra. Fue una guerra estГєpida, para empezar. Nunca he entendido realmente cГіmo comenzГі, y a la fecha no lo sГ©. PapГЎ me lo explicГі varias veces, y todavГ­a no lo entiendo. Tal vez fue sГіlo a causa de mi edad. Tal vez yo no tenГ­a edad suficiente para darme cuenta de lo absurdo que son las cosas que los adultos pueden hacerse unos a otros.

La forma en que papГЎ me lo explicГі, fue que se tratГі de una segunda guerra civil estadounidense, esta vez, no fue entre el Norte y el Sur, sino entre partidos polГ­ticos. Entre los demГіcratas y los republicanos. Dijo que era una guerra que hacГ­a tiempo que se veГ­a venir. Durante los Гєltimos cien aГ±os, dijo, Estados Unidos habГ­a estado a la deriva en una tierra de dos naciones: los de la extrema derecha y los de la extrema izquierda. Con el tiempo, las posiciones se endurecieron tan profundamente, que se convirtiГі en una naciГіn de ideologГ­as opuestas.

PapГЎ dijo que las personas de la izquierda, los demГіcratas, querГ­an una naciГіn dirigida por un gobierno mГЎs y mГЎs grande, que aumentara los impuestos al 70%, y que pudiera estar involucrado en todos los aspectos de la vida de las personas. Dijo que la gente de la derecha, los republicanos, querГ­an seguir teniendo un gobierno mГЎs y mГЎs pequeГ±o, uno que eliminara los impuestos por completo, no molestar a la gente, y que les permitiera valerse por sГ­ mismos. Dijo que con el tiempo, estas dos ideologГ­as diferentes, en lugar de comprometerse, sГіlo seguГ­an distanciГЎndose, llevando las cosas al extremo -- hasta que llegaron a un punto en el que ya no estaban de acuerdo en nada.

Para empeorar las cosas, dijo, Estados Unidos habГ­a llegado a estar tan poblado, que era mГЎs difГ­cil para cualquier polГ­tico conseguir la atenciГіn de la gente a nivel nacional, y los polГ­ticos de ambos partidos comenzaron a darse cuenta de que la toma de posiciones extremas era la Гєnica forma de obtener tiempo de emisiГіn nacional, que era lo que necesitaban para su ambiciГіn personal.

Como resultado de esto, las personas mГЎs prominentes de ambos partidos eran los que estaban en la posiciГіn extrema, cada uno tratando de superar al otro, tomando posiciones en las que ni siquiera creГ­an realmente, pero que se veГ­an forzados a tomar. Naturalmente, cuando las dos partes debatГ­an, sГіlo podГ­an chocar entre ellos --- y lo hacГ­an con palabras cada vez mГЎs duras. Al principio eran sГіlo insultos y ataques personales. Pero con el tiempo, la guerra verbal se intensificГі. Y un dГ­a, llegaron a un punto sin retorno.

Un dГ­a, hace unos diez aГ±os, un momento crГ­tico llegГі cuando un lГ­der polГ­tico amenazГі al otro con una palabra profГ©tica: "SecesiГіn". Si los demГіcratas trataban de aumentar los impuestos aunque fuese un centavo mГЎs, su partido se separarГ­a del sindicato y cada pueblo, cada ciudad, cada estado, se dividirГ­a en dos. No por la tierra, sino por la ideologГ­a.

No pudo haber sido un peor momento, en ese entonces, la naciГіn estaba en una depresiГіn econГіmica, y habГ­a suficiente descontento, hartos con la pГ©rdida de puestos de trabajo, para que Г©l ganara popularidad. A los medios de comunicaciГіn les encantaron los niveles de audiencia que obtuvo, y le dieron mГЎs y mГЎs tiempo en el aire. Pronto, su popularidad creciГі. Con el tiempo, sin nadie para detenerlo, con los demГіcratas no dispuestos a transigir, y aprovechando el impulso que llevaba, su idea se fortaleciГі. Su partido propuso su propia bandera de la naciГіn e incluso su propia moneda.

Ese fue el primer momento crГ­tico. Si alguien se hubiera levantado y lo hubiera evitado, todo se pudo haber detenido. Pero nadie lo hizo. Entonces fue mГЎs lejos.

Envalentonado, este polГ­tico propuso que el nuevo sindicato tuviera su propia policГ­a, sus tribunales, sus propios soldados y su propio estado de guerra. Ese fue el segundo momento crГ­tico.

Si el presidente demГіcrata que estaba en ese momento hubiera sido un buen lГ­der, podrГ­a haber detenido las cosas. Pero Г©l agravГі la situaciГіn al hacer una mala decisiГіn tras otra. En lugar de tratar de calmar las cosas, de atender las necesidades bГЎsicas que condujeron a tal descontento, en lugar de eso decidiГі que la Гєnica forma de anular lo que Г©l llamГі "la rebeliГіn" era tomar una actitud dura: acusГі a todo el mando republicano de sediciГіn. DeclarГі la ley marcial, y durante la mitad de la noche, los arrestГі a todos.

Eso empeorГі las cosas, y congregГі a todo su partido. TambiГ©n reuniГі a la mitad de los militares. Las personas se dividieron, en cada casa, cada pueblo, cada cuartel militar; lentamente, la tensiГіn se acumulГі en las calles, y unos a otros se odiaban. Incluso se dividieron las familias.

Una noche, los de la cГєpula militar leal a los republicanos siguieron Гіrdenes secretas y organizaron un golpe, sacГЎndolos de la cГЎrcel. Hubo un enfrentamiento. Y en la escalinata del Capitolio, el primer tiro fatГ­dico fue disparado. Un joven soldado creyГі ver a un oficial tomar un arma y disparar primero. Una vez que el primer soldado cayГі, no habГ­a vuelta atrГЎs. Se habГ­a cruzado la Гєltima lГ­nea. Un estadounidense habГ­a matado a otro estadounidense. Se produjo un tiroteo, resultando en docenas de oficiales muertos. El mando republicano fue llevado a un lugar secreto. Y a partir de ese momento, el ejГ©rcito se dividiГі en dos. El gobierno se dividiГі en dos. Las ciudades, los pueblos, los condados y estados, todos se dividieron en dos. Esto se conociГі como la Primera Ola.

Durante los primeros dГ­as, los asesores de crisis y las facciones gubernamentales trataron desesperadamente de que hubiera paz. Pero fue demasiado poco y demasiado tarde. Nada pudo detener la tormenta que se avecinaba. Una facciГіn de militaristas de lГ­nea dura tomГі el asunto en sus manos, deseando la gloria, deseando ser los primeros en la guerra, queriendo tener la ventaja de la velocidad y la sorpresa. Pensaron que el aplastamiento inmediato de la oposiciГіn era la mejor manera de poner fin a todo esto.

La guerra comenzГі. Sobrevinieron las batallas en suelo americano. Pittsburgh se convirtiГі en el nuevo Gettysburg, teniendo doscientos mil muertos en una semana. Los tanques iban contra los tanques. Los aviones contra los aviones. Cada dГ­a, cada semana, habГ­a una escalada de violencia. Se marcaron lГ­mites en la arena, se dividieron los recursos militares y de la policГ­a, y las batallas se extendieron a todos los estados de la naciГіn. En todas partes, todos peleaban contra todos, amigos contra amigos, hermano contra hermano. LlegГі a un punto en que ya nadie sabГ­a por quГ© estaban peleando. En el paГ­s entero hubo derramamiento de sangre, y parecГ­a que nadie era capaz de detenerlo. Esto se conoce como la Segunda Ola.

Hasta ese momento, tan sangrienta como era, seguía siendo una guerra convencional. Pero luego vino la Tercera Ola, la peor de todas. El Presidente, en su desesperación, que operaba desde un refugio subterráneo secreto, decidió que sólo había una manera de acabar con lo que él todavía insistía en llamar” la Rebelión". Reunió a sus mejores oficiales militares, quienes le aconsejaron utilizar los recursos más fuertes que él tenía para sofocar la rebelión de una vez por todas: los misiles nucleares locales dirigidos. Él estuvo de acuerdo.

Al dГ­a siguiente, las cargas nucleares fueron lanzadas en fortificaciones estratГ©gicas republicanas en todo Estados Unidos. Cientos de miles de personas murieron ese dГ­a, en lugares como Nevada, Texas, Misisipi. Millones murieron en un segundo.

Los republicanos respondieron. Consiguieron sus propios recursos, emboscaron a NORAD (Mando Norteamericano de Defensa Aeroespacial), y lanzaron sus propias cargas nucleares contra las fortalezas demГіcratas. Estados como Maine y Nuevo Hampshire fueron aniquilados en su mayorГ­a. Dentro de los siguientes diez dГ­as, casi todo Estados Unidos fue destruido, una ciudad tras otra. Fue una oleada tras otra de pura devastaciГіn, y los que no fueron muertos por ataque directo, fallecieron poco despuГ©s a causa del aire tГіxico y el agua. En cuestiГіn de un mes, ya no quedaba nadie para pelear. Las calles y edificios se vaciaron de uno en uno, ya que la gente se marchГі a luchar contra sus ex vecinos.

Pero papГЎ ni siquiera esperГі a ser reclutado -- y por eso lo odio. Se fue mucho antes. Г‰l habГ­a sido oficial de la InfanterГ­a de Marina veinte aГ±os antes de que esto se desatara, y lo habГ­a visto venir antes que la mayorГ­a. Cada vez que miraba las noticias, cada vez que veГ­a a dos polГ­ticos gritГЎndose uno al otro de la manera mГЎs irrespetuosa, siempre subiendo la apuesta, papГЎ sacudГ­a la cabeza y decГ­a: "Esto va a llevar a la guerra. CrГ©anme".

Y tenГ­a razГіn. IrГіnicamente, papГЎ ya habГ­a cumplido su tiempo y se habГ­a retirado de la InfanterГ­a aГ±os antes de que esto sucediera, pero cuando llegГі ese primer disparo, ese dГ­a, Г©l volviГі a enlistarse. Incluso antes de que se hubiera hablado de una guerra completa. Fue probablemente la primera persona que se ofreciГі como voluntario, para una guerra que no habГ­a comenzado aГєn.

Y es por eso que todavГ­a estoy enojada con Г©l. ВїPor quГ© tuvo que hacer esto? ВїPor quГ© no podГ­a simplemente haber dejado que los demГЎs se mataran unos a otros? ВїPor quГ© no podГ­a haberse quedado en casa a protegernos? ВїPor quГ© se preocupГі mГЎs por su paГ­s que por su familia?

TodavГ­a recuerdo vГ­vidamente el dГ­a que nos dejГі. LleguГ© a casa de la escuela ese dГ­a, y antes de que yo abriera la puerta, escuchГ© gritos procedentes del interior. Me preparГ©. Odiaba cuando mamГЎ y papГЎ peleaban, que parecГ­a ser todo el tiempo, y pensГ© que sГіlo era otra de sus discusiones.

AbrГ­ la puerta y supe de inmediato que esto era diferente. Ese algo era muy, muy malo. PapГЎ estaba ahГ­ parado utilizando el uniforme. No tenГ­a ningГєn sentido. Г‰l no se habГ­a puesto su uniforme en aГ±os. ВїPor quГ© lo llevaba puesto ahora?

"ВЎTГє no eres un hombre!", mamГЎ le gritГі "ВЎEres un cobarde! Dejando a su familia. ВїPara quГ©? ВїPara ir a matar a gente inocente?".

El rostro de papГЎ se sonrojГі, como siempre lo hacГ­a cuando se enfadaba.

"¡No sabes de lo que estás hablando!", contestó gritando.” Estoy cumpliendo con mi deber para mi país. Es lo correcto".

"¿Lo correcto para quién?" argumentó ella.” Ni siquiera sabes por lo que estás luchando. ¿Por un puñado de políticos estúpidos?"

"SГ© exactamente por lo que estoy luchando: para unir a nuestra naciГіn".

"ВЎAy, bueno, perdГіn, MГ­ster Estados Unidos!", le gritГі. "Puedes justificarlo en tu mente tantas veces como quieras, pero la verdad es que te vas porque no puedes soportarme. Debido a que nunca sabes cГіmo manejar la vida domГ©stica. Porque eres demasiado tonto para hacer algo con tu vida que no sea la InfanterГ­a. AsГ­ que te levantas y sales corriendo a la primera oportunidad".

PapГЎ la callГі con una bofetada en la cara. TodavГ­a puedo oГ­r el ruido en mi cabeza.

Me quedГ© muy sorprendida, nunca lo habГ­a visto levantarle la mano antes. SentГ­ que me quedГ© sin aire, como si me hubieran dado una bofetada a mГ­ tambiГ©n. Lo mirГ©, y casi no lo reconocГ­. ВїEra realmente mi padre? Estaba tan aturdida que se me cayГі el libro y aterrizГі con un golpe seco.

Los dos se volvieron y me miraron. Avergonzada, me di la vuelta y corrГ­ por el pasillo a mi habitaciГіn y cerrГ© la puerta detrГЎs de mГ­. No sabГ­a cГіmo reaccionar ante todo eso y simplemente tenГ­a que alejarme de ellos.

Momentos mГЎs tarde, tocaron suavemente en mi puerta.

"Brooke, soy yo", dijo papГЎ con una voz suave, lleno de remordimientos. "Siento que hayas tenido que ver eso. Por favor, dГ©jame entrar".

"ВЎVete!", le gritГ©.

SiguiГі un largo silencio. Pero no se fue.

"Brooke, ya tengo que irme. Me gustarГ­a verte una Гєltima vez antes de irme. Por favor. Sal a decirme adiГіs".

Me puse a llorar.

"ВЎVete!", dije nuevamente. Estaba tan abrumada, tan enojada con Г©l por golpear a mamГЎ, y aГєn mГЎs enfadada con Г©l por habernos dejado. Y en el fondo, me daba miedo que nunca regresara.

"Ya me voy, Brooke", dijo. "No tienes que abrir la puerta. Pero quiero que sepas lo mucho que te amo. Y que siempre estarГ© contigo. Recuerda, Brooke, tГє eres la fuerte. Cuida a esta familia. Cuento contigo. CuГ­dalas".

Y entonces oГ­ los pasos de mi padre, alejГЎndose. Se oyeron cada vez mГЎs y mГЎs suaves. Instantes despuГ©s oГ­ que la puerta principal se abrГ­a y se cerraba.

Y luego, nada.

Minutos más tarde – que parecían días – abrí lentamente mi puerta. Yo ya lo presentía. Él se había ido. Y me arrepentí, me hubiera gustado despedirme de él. Porque yo intuía en el fondo, que nunca iba a volver.

MamГЎ se sentГі a la mesa de la cocina, con la cabeza entre las manos, llorando suavemente. Yo sabГ­a que las cosas habГ­an cambiado para siempre ese dГ­a, que nunca serГ­a igual - que ella nunca volverГ­a a ser la misma. Y que ni yo tampoco lo serГ­a.

Y tuve razГіn. Mientras estoy aquГ­ sentada, mirando fijamente las brasas del fuego moribundo, sintiendo mis ojos pesados, me doy cuenta de que, desde ese dГ­a, nunca nada ha sido igual.

*

Estoy de pie en nuestro viejo apartamento de Manhattan. No sГ© lo que estoy haciendo aquГ­, o cГіmo lleguГ©. Nada parece tener sentido, ya que el apartamento no se parece en nada a como lo recuerdo. EstГЎ completamente vacГ­o de mobiliario, como si nunca hubiГ©ramos vivido en Г©l. Soy la Гєnica que estГЎ aquГ­.

Repentinamente alguien toca a la puerta, y entra papГЎ, con el uniforme completo, sosteniendo un maletГ­n. Г‰l tiene una mirada hueca en sus ojos, como si hubiera ido al infierno y estuviera de regreso.

"ВЎPapГЎ!", trato de gritar. Pero las palabras no me salen. Miro hacia abajo y me doy cuenta de que estoy pegada al suelo, escondida detrГЎs de una pared, y que Г©l no me puede ver. Por mucho que me esfuerzo por liberarme, de correr hacia Г©l, de decir su nombre, no puedo. Me veo obligada a ver con impotencia, cГіmo entra en el apartamento vacГ­o, mirando a su alrededor.

"ВїBrooke?", grita. "ВїEstГЎs aquГ­? ВїHay alguien en casa?"

Trato de contestar de nuevo, pero no me sale la voz. Г‰l va de una habitaciГіn a otra.

"Dije que iba a regresar", dice Г©l. "ВїPor quГ© nadie me esperГі?"

Entonces, rompe a llorar.

Me siento desconsolada e intento llamarlo, con toda mi fuerza. Pero no importa cuГЎnto lo intente, no me sale la voz.

Finalmente, se da vuelta y sale del apartamento, cerrando suavemente la puerta tras Г©l. El chasquido de la manija resuena en el vacГ­o.

"ВЎPAPГЃ!", gritГ©, finalmente recupero mi voz.

Pero es demasiado tarde. SГ© que Г©l se ha ido para siempre, y de alguna manera, es culpa mГ­a.

Parpadeo, y de pronto estoy de vuelta en la montaГ±a, en la casa de mi papГЎ, sentada en su sillГіn favorito junto a la chimenea. PapГЎ se sienta en el sofГЎ, inclinado hacia adelante, agachando la cabeza, jugando con el cuchillo del Cuerpo de InfanterГ­a. Estoy horrorizada al darme cuenta de que la mitad de su rostro se derritiГі hasta el hueso; realmente puedo ver la mitad de su crГЎneo.

Г‰l me mira, y yo siento miedo.

"No puedes ocultarte aquГ­ por siempre, Brooke", dice, en un tono mesurado. "Crees que estГЎn a salvo aquГ­. Pero ellos vendrГЎn por ustedes. Vete con Bree y escГіndanse".

Г‰l se pone de pie, se me acerca, me agarra por los hombros y me sacude, sus ojos ardiendo con intensidad. "ВїENTENDISTE, SOLDADO?", grita.

Desaparece, y al hacerlo, todas las puertas y ventanas se abren al mismo tiempo, en una cacofonГ­a de cristales rotos.

Entran corriendo en nuestra una docena de tratantes de esclavos, con las armas en la mano. Visten sus uniformes distintivos, todo negro de la cabeza a los pies, con mГЎscaras negras, y corren a cada esquina de la casa. Uno de ellos quita a Bree del sofГЎ y se la lleva, gritando, mientras que el otro corre hasta mГ­, pone sus dedos en mi brazo y apunta con su pistola a mi cara.

Dispara.

Me despierto gritando, desorientada.

Siento dedos clavГЎndose en mi brazo, y confundida entre mi estado de sueГ±o y la realidad, estoy lista para atacar. Miro y me doy cuenta que es Bree, estГЎ ahГ­ parada, agitando mi brazo.

TodavГ­a estoy sentada en la silla de mi papГЎ, y ahora la sala se inunda con la luz del sol. Bree llora desconsolada.

Parpadeo varias veces mientras trato de enderezarme, intentando orientarme. ВїTodo fue un sueГ±o? Me habГ­a parecido tan real.

"¡Tuve una terrible pesadilla!”, Bree llora, sin soltar mi brazo.

Miro y veo que el fuego se extinguiГі hace mucho tiempo. Veo la luz del sol, y me doy cuenta de que debe ser ya media maГ±ana. No puedo creer que me he quedado dormida en la silla -- nunca he hecho eso antes.

Muevo la cabeza, tratando de quitar las telaraГ±as. Ese sueГ±o parecГ­a tan real, es difГ­cil creer que no sucediГі. He soГ±ado antes con papГЎ, muchas veces, pero nunca nada con tanta inmediatez. Me resulta difГ­cil aceptar que Г©l no estГ© todavГ­a en la habitaciГіn conmigo, y miro de nuevo alrededor, para asegurarme.

Bree tira de mi brazo, inconsolable. Tampoco la habГ­a visto asГ­ antes.

Me arrodillo y le doy un abrazo. Ella se aferra a mГ­.

"ВЎSoГ±Г© que esos hombres malos venГ­an y me llevaban! ВЎY tГє no estabas aquГ­ para salvarme!" Bree llora sobre mi hombro. "ВЎNo te vayas!" suplica, histГ©rica. "Por favor, no te vayas. ВЎNo me dejes!".

"No irГ© a ninguna parte", le digo, abrazГЎndola con fuerza. "Shhh.... Tranquila.... No hay nada de quГ© preocuparse. Todo estГЎ bien".

Pero en el fondo, no puedo evitar la sensaciГіn de que todo no estГЎ bien. Por el contrario. Mi sueГ±o realmente me inquieta, y el que Bree tambiГ©n haya tenido una pesadilla -- y sobre lo mismo -- no me da mucho consuelo. No creo mucho en los presagios, pero no puedo dejar de preguntarme si todo esto es una seГ±al. Pero no oigo ningГєn tipo de ruido o alboroto, y si habГ­a alguien a una milla de aquГ­, seguramente lo sabrГ­a.

Levanto la barbilla de Bree, secГЎndole las lГЎgrimas. "Respira profundo", le digo.

Bree me escucha, recuperando poco a poco el aliento. Me obligo a sonreГ­r. "Mira", le digo. "Estoy aquГ­. No pasa nada. Fue sГіlo una pesadilla. ВїDe acuerdo?".

Bree asiente lentamente.

"Solamente estás muy cansada", dije. "Y tienes fiebre. Así que tuviste pesadillas. Todo va a estar bien”.

Mientras estoy ahГ­ arrodillada, abrazando a Bree, me doy cuenta de que necesito ponerme en marcha, para subir a la montaГ±a, explorar nuestra nueva casa, y encontrar comida. Siento un nudo en el estГіmago solo de pensar en darle la noticia a Bree, y cГіmo va a reaccionar. Claramente, no pude elegir el peor momento. ВїCГіmo voy a decirle que necesito dejarla ahora? Incluso aunque sГіlo sea por una hora o dos. Una parte de mГ­ quiere quedarse aquГ­, para cuidar de ella durante todo el dГ­a, sin embargo, tambiГ©n sГ© que tengo que ir, y mientras mГЎs pronto lo haga, mГЎs seguras estaremos. No puedo sentarme aquГ­ todo el dГ­a sin hacer nada, esperando a que caiga la noche. Y no puedo correr el riesgo de cambiar el plan y mudarnos a la luz del dГ­a sГіlo por culpa de nuestras tontas pesadillas.

Suelto a Bree, quitГЎndole el cabello de su cara, sonriendo tan dulcemente como puedo. Me armo de valor y hago la voz mГЎs fuerte y de adulto que puedo.

"Bree, necesito que me escuches", le digo. "Tengo que salir ahora, sólo por poco tiempo…"

"ВЎNO!", grita. "ВЎLO SABГЌA! ВЎEs como mi pesadilla! ВЎVas a dejarme! ВЎY nunca vas a volver!".

La tomo de los hombros con firmeza, tratando de consolarla.

"No es asГ­", le digo con firmeza". SГіlo tengo que salir una o dos horas. Tengo que asegurarme de que nuestra nueva casa es segura para mudarnos esta noche. Y tengo que buscar comida. Por favor, Bree, entiende. Yo te llevarГ­a conmigo, pero estГЎs demasiado enferma en este momento, y tienes que descansar. EstarГ© de vuelta en sГіlo unas horas. Te lo prometo. Y esta noche, subiremos juntas. ВїY sabes cuГЎl es la mejor parte?".

Ella me mira lentamente, sin dejar de llorar, y, finalmente, asienta con la cabeza.

"A partir de esta noche, vamos a estar ahГ­ arriba juntas, sanas y salvas, y encenderemos la chimenea todas las noches y tendremos toda la comida que quieras. Y puedo cazar y pescar y hacer todo lo que necesito, enfrente de la cabaГ±a. Nunca voy a tener que dejarte otra vez".

"ВїY Sasha tambiГ©n puede venir?" pregunta, mientras llora.

"Y Sasha, tambiГ©n", le digo. "Lo prometo. Por favor, confГ­a en mГ­. VolverГ© por ti. Yo nunca te dejarГ­a".

"ВїMe lo prometes?", pregunta.

ReГєno toda la solemnidad que puedo, y la veo directamente a los ojos.

"Te lo prometo", le respondo.

Bree deja de llorar lentamente y finalmente, ella asiente con la cabeza, pareciendo satisfecha.

Me rompe el corazГіn, pero me inclino rГЎpidamente, le planto un beso en la frente y luego me levanto, cruzo la habitaciГіn, y salgo por la puerta. Yo sГ© que si me quedo tan solo un segundo mГЎs, nunca voy a tomar la decisiГіn de irme.

Y como la puerta resuena detrГЎs de mГ­, no puedo evitar tener la sensaciГіn repugnante de que nunca voy a ver a mi hermana otra vez.



T R E S



Subo la montaГ±a en la luz brillante de la maГ±ana, una intensa luz que brilla en la nieve. Es un universo blanco. El sol brilla con tanta fuerza, que apenas puedo ver con el resplandor. HarГ­a lo que fuera por un par de gafas de sol, o una gorra de bГ©isbol.

Afortunadamente hoy no hay viento, es mГЎs cГЎlido que ayer, y mientras camino, oigo la nieve derritiГ©ndose a mi alrededor, goteando en pequeГ±os arroyos colina abajo y cayendo en grandes puГ±ados de las ramas de los pinos. TambiГ©n, la nieve es mГЎs suave, y es mГЎs fГЎcil caminar.

Miro por encima del hombro, inspecciono el valle que se extiendo abajo y veo que las carreteras son parcialmente visibles de nuevo en el sol de la maГ±ana. Esto me preocupa, pero luego me reprendo a mГ­ misma, molesta por permitirme ser alterada por los presagios. DeberГ­a ser mГЎs dura. MГЎs racional, como papГЎ.

Tengo puesta la capucha, pero conforme bajo la cabeza al viento, que se hace mГЎs fuerte mientras voy mГЎs arriba, desearГ­a haber llevado mi nueva bufanda. Junto mis manos y las froto, deseando tener guantes tambiГ©n, y acelero mi velocidad al doble. Estoy resuelta a llegar allГЎ rГЎpidamente, inspeccionar la cabaГ±a, buscar a ese ciervo, y regresar rГЎpidamente con Bree. Tal vez voy a obtener tambiГ©n mГЎs frascos de mermelada, que animarГЎn a Bree.

Sigo mis huellas de ayer, todavГ­a visibles en la nieve que se derrite, y esta vez, la caminata es mГЎs fГЎcil. En aproximadamente veinte minutos, estoy de vuelta a donde estaba el dГ­a anterior, alrededor de la meseta mГЎs alta.

Estoy segura de que estoy en el mismo lugar que ayer, pero cuando busco la cabaГ±a, no la encuentro. EstГЎ tan bien escondida que, aunque sГ© dГіnde buscar, todavГ­a no puedo verla. Empiezo a preguntarme si estoy en el lugar correcto. Sigo adelante, siguiendo mis huellas, hasta que llego al punto exacto donde estuve el dГ­a anterior. Estiro el cuello, y finalmente la veo. Estoy sorprendida de lo bien oculta que estГЎ, y estoy aГєn mГЎs animada a vivir aquГ­.

Me detengo y escucho. Todo estГЎ en silencio, salvo por el sonido del goteo del arroyo. Inspecciono la nieve cuidadosamente, buscando cualquier seГ±al de huellas entrando o saliendo (ademГЎs de las mГ­as) desde ayer. No encuentro ninguna.

Me acerco a la puerta, me paro delante de la casa y giro 360 grados, explorando los bosques en todas direcciones, inspeccionando los ГЎrboles, en busca de cualquier seГ±al de alteraciГіn, cualquier evidencia de que alguien mГЎs ha estado aquГ­. Me detengo durante al menos un minuto, escuchando. No hay nada. Absolutamente nada.

Finalmente, estoy satisfecha, aliviada de que este lugar sea verdaderamente nuestro, y sГіlo nuestro.

Abro la pesada puerta, atascada por la nieve, y una luz brillante inunda el interior. Agacho la cabeza y entro, me siento como si la viera por vez primera a la luz. Es tan pequeГ±a y acogedora como la recuerdo. Veo que el piso tiene tablones anchos de madera originales, que parecen tener al menos cien aГ±os de antigГјedad. Es tranquilo aquГ­. Las pequeГ±as ventanas abiertas a cada lado, tambiГ©n dejan entrar mucha luz.

Exploro la habitaciГіn a la luz, en busca de cualquier cosa que podrГ­a haber pasado por alto, pero no encuentro nada. Miro hacia abajo y encuentro la manija de la puerta de la trampilla, me arrodillo y la abro de un golpe. Se abre con un remolino de polvo, que nada en la luz del sol.

Trepo por la escalera, y esta vez, con toda la luz reflejada, tengo una visiГіn mucho mejor del alijo que hay aquГ­ abajo. Debe haber cientos de frascos. Veo varios frascos mГЎs de mermelada de frambuesa, y tomo dos de ellos, metiendo uno en cada bolsillo. A Bree le va a encantar esto. Lo mismo ocurrirГЎ con Sasha.

Hago una revisiГіn somera de los otros frascos, y veo todo tipo de alimentos: pepinillos, tomates, aceitunas, chucrut. TambiГ©n veo varios sabores diferentes de mermeladas, con al menos una docena de frascos cada uno. Hay aГєn mГЎs en la parte de atrГЎs, pero no tengo tiempo para revisar con detenimiento. Tengo a Bree constantemente en mi mente.

Subo la escalera, cierro la puerta de la trampilla y salgo rГЎpidamente de la cabaГ±a, cerrando la puerta firmemente detrГЎs de mГ­. Me quedo parada y contemplo mi entorno nuevamente, preparГЎndome por si cualquier persona pudo haber estado mirando. TodavГ­a tengo miedo de que todo esto sea demasiado bueno para ser verdad. Pero una vez mГЎs, no hay nada. Tal vez sГіlo me he vuelto muy nerviosa.

Me dirijo a la direcciГіn donde vi a los ciervos, a unos treinta metros de distancia. Cuando lo encuentro, saco el cuchillo de caza de papГЎ y lo mantengo a mi lado. SГ© que es difГ­cil que lo vea de nuevo, pero tal vez este animal, como yo, es un animal de costumbres. No hay manera de que yo sea lo suficientemente rГЎpida como para perseguirlo, ni tengo la suficiente velocidad para abalanzarme -- ni tengo una pistola o cualquier arma de caza. Pero tengo una oportunidad, y me refiero a mi cuchillo. Siempre he estado orgullosa de mi capacidad de dar en el banco a veintisiete metros de distancia. Lanzar el cuchillo era una de mis habilidades, de las que mi papГЎ siempre parecГ­a estar asombrado -- por lo menos lo suficientemente impresionado como para no tratar de corregirme ni de mejorarme. En cambio, se adjudicaba el crГ©dito, diciendo que mi talento era gracias a Г©l. Pero, en realidad, Г©l no podГ­a lanzar ni medio cuchillo tan bien como yo.

Me arrodillo en el lugar en el que estuve antes, escondiГ©ndome detrГЎs de un ГЎrbol, mirando la meseta, con el cuchillo en la mano, esperando. Rezando. Todo lo que oigo es el sonido del viento.

Imagino lo que voy a hacer si veo al ciervo: me voy a levantar poco a poco, apuntarГ©, y lanzarГ© el cuchillo. Creo que la primera vez voy a apuntar a su ojo, pero luego decidirГ© apuntar a su garganta: si fallo por algunos centГ­metros, entonces todavГ­a habrГЎ una oportunidad de clavarlo en algГєn otro lugar. Si mis manos no estГЎn demasiado congeladas, y si tengo tino, imagino que tal vez, sГіlo tal vez, podrГ© herirlo. Pero me doy cuenta de que todo es un gran "tal vez".

Los minutos pasan. Me parecen diez, veinte, treinta... El viento cesa, a continuaciГіn, vuelve a haber rГЎfagas, y mientras eso sucede, siento los finos copos de nieve que soplan en los ГЎrboles y caen en mi cara. A medida que pasa mГЎs tiempo, siento mГЎs frГ­o, estoy mГЎs entumecida, y empiezo a preguntarme si esto es una mala idea. Pero siento otro dolor agudo por hambre, y sГ© que tengo que intentarlo. Voy a necesitar toda la proteГ­na que pueda obtener para poder hacer esta mudanza, sobre todo si voy a empujar esa motocicleta cuesta arriba.

DespuГ©s de casi una hora de espera, estoy completamente congelada. Me pregunto si debo darme por vencida y bajar la montaГ±a. Tal vez deberГ­a mejor tratar de pescar.

Decido levantarme y caminar, hacer circular mis extremidades y mantener mis manos ГЎgiles; si tuviera que usarlas ahora, probablemente no serГ­an Гєtiles. Cuando me levanto, me duelen mis rodillas y espalda por la rigidez. Empiezo a caminar en la nieve, dando pequeГ±os pasos. Me levanto y doblo mis rodillas, tuerzo la espalda a la izquierda y a la derecha. Vuelvo a meter el cuchillo en el cinturГіn, y luego froto mis manos una sobre otra, soplando sobre ellas una y otra vez, tratando de recuperar la sensaciГіn.

De repente, me congelo. A lo lejos, una ramita se quiebra y presiento que hay movimiento.

Me vuelvo lentamente. AllГ­, sobre la cima de la colina, aparece un ciervo. Da unos pasos lentamente, con vacilaciГіn, en la nieve, levantando suavemente sus cascos y bajГЎndolos. Baja la cabeza, mastica una hoja, y despuГ©s, cuidadosamente da otro paso hacia adelante.

Mi corazón late con emoción. Rara vez siento que mi papá está conmigo, pero hoy sí. Puedo oír su voz en mi mente: Tranquila. Respira lentamente. No dejes que sepa que estás aquí. Concéntrate. Si puedo abatir a este animal, será la comida – comida de verdad -- para Bree, Sasha y para mí - durante al menos una semana. Necesitamos esto.

Necesito dar unos cuantos pasos mГЎs en el claro y para tener una mejor visiГіn de Г©l: es un gran ciervo, que estГЎ como a unos veintisiete metros de distancia. Me sentirГ­a mucho mГЎs segura si estuviera parada a unos nueve metros o incluso dieciocho. No sГ© si puedo pegarle a esta distancia. Si hiciera mГЎs calor, y si no se moviera, entonces sГ­. Pero mis manos estГЎn adormecidas, el ciervo se mueve, y hay muchos ГЎrboles estorbando. No lo sГ©. Lo que sГ© es que si fallo, nunca va a volver aquГ­ otra vez.

Espero, analizГЎndolo, con miedo de asustarlo. DesearГ­a que se acercara mГЎs. Pero no parece querer hacerlo.

Me pregunto quГ© debo hacer. Puedo atacarla, acercГЎndome lo mГЎs que pueda, luego tirarle. Pero eso serГ­a una estupidez: despuГ©s de apenas noventa centГ­metros, seguramente se irГ­a corriendo. Me pregunto si deberГ­a tratar de acercarme sigilosamente. Pero dudo que va a funcionar. Con el menor ruido, se habrГЎ ido.

AsГ­ que me quedo allГ­ parada, indecisa. Doy un pequeГ±o paso hacia adelante, me posiciono para lanzar el cuchillo, en caso de que sea necesario. Y ese pequeГ±o paso fue un error.

Una ramita se quiebra bajo mis pies, y el ciervo levanta de inmediato su cabeza y se vuelve hacia mГ­. Nos miramos fijamente. SГ© que me ve, y que estГЎ a punto de irse corriendo. Mi corazГіn late con fuerza, ya que sГ© que es mi Гєnica oportunidad. Mi mente queda petrificada.

Entonces me lanzo a la acciГіn. Me agacho, agarro el cuchillo, doy un gran paso hacia adelante, y haciendo uso de todas mis habilidades, me estiro hacia atrГЎs y lo lanzo, apuntando a su garganta.

El pesado cuchillo de la InfanterГ­a de Marina de papГЎ, da vueltas en el aire repetidamente y rezo para que no choque antes contra un ГЎrbol. Verlo dar vueltas, reflejando la luz, es una cosa hermosa. En ese mismo momento, veo al ciervo girar y comenzar a correr.

EstГЎ demasiado lejos para que yo vea exactamente lo que sucede, pero un momento mГЎs tarde, juro que escuchГ© el sonido del cuchillo entrando en la carne. Pero Г©l huye, y no puedo saber si estГЎ herido.

Salgo detrГЎs de Г©l. Llego al lugar donde estaba, y me sorprende ver la sangre de color rojo brillante en la nieve. Mi corazГіn palpita, me siento animada.

Sigo el rastro de sangre, corriendo, corriendo, saltando sobre las rocas, y como a unos cuarenta y cinco metros lo encuentro, ahГ­ estГЎ, derrumbado en la nieve, acostado de lado, con las patas teniendo espasmos. Veo el cuchillo clavado sobre su cuello. Exactamente en el lugar al que yo le apuntГ©.

El ciervo estГЎ vivo todavГ­a, y yo no sГ© cГіmo acabar con su dolor. Puedo sentir su sufrimiento, y me siento terrible. Quiero darle una muerte rГЎpida y sin dolor, pero no sГ© cГіmo hacerlo.

Me arrodillo y extraigo el cuchillo, luego me inclino, y con un rГЎpido movimiento, lo deslizo profundamente en su cuello, con la esperanza de que funcione. Momentos mГЎs tarde, la sangre sale a borbotones, y unos diez segundos despuГ©s, finalmente, las patas del ciervo se quedan quietas. Sus ojos dejan de moverse, tambiГ©n, y por Гєltimo, sГ© que estГЎ muerto.

Me levanto, miro hacia abajo, con el cuchillo en la mano, y me siento abrumada por la culpa. Me siento salvaje despuГ©s de haber matado a una hermosa criatura, tan indefensa. En este momento, me es difГ­cil pensar en cuГЎnto necesitГЎbamos este alimento, en la suerte que tuve de atraparlo. Todo lo que puedo pensar es que, tan sГіlo unos minutos antes, estaba tan vivo como yo. Y ahora estГЎ muerto. Miro hacia Г©l ciervo que estГЎ perfectamente inmГіvil en la nieve, y no puedo evitar sentirme avergonzada.

Ese fue el momento cuando lo escuchГ© por vez primera. Primero hice caso omiso, supuse que debГ­ estar escuchando cosas, porque simplemente no es posible. Pero despuГ©s de unos momentos, se escuchГі un poco mГЎs fuerte, mГЎs claro, y supe que era real. Mi corazГіn comienza a latir como loco cuando reconocГ­ el ruido. Se trata de un ruido que he oГ­do aquГ­ antes, sГіlo una vez. Es el zumbido de un motor. El motor de un auto.

Me quedo ahГ­ parada, con asombro, paralizada como para moverme siquiera. El motor se hace mГЎs fuerte, mГЎs claro, y sГ© que sГіlo puede significar una cosa. Son los tratantes de esclavos. Nadie mГЎs se atreverГ­a a conducir hasta lo alto, ni tendrГ­a algГєn motivo para hacerlo.

Corro a toda velocidad, dejando el ciervo, salgo volando por los bosques, mГЎs allГЎ de la cabaГ±a, colina abajo. No puedo ir lo suficientemente rГЎpido. Pienso en Bree, sentada allГ­, sola en la casa, mientras los motores se hacen mГЎs y mГЎs fuertes. Trato de aumentar mi velocidad, corriendo hacia abajo de la nevada pendiente, tropezГЎndome, con mi corazГіn latiendo con fuerza en la garganta.

Corro tan rГЎpido que caigo de bruces, raspГЎndome la rodilla y el codo, y haciendo que el viento me dejara sin aire. Lucho por volver a levantarme, notando la sangre en mi rodilla y brazo, pero no hago caso. Me obligo a correr de nuevo, y hago un esfuerzo mГЎximo.

Resbalando y deslizГЎndome, llego por fin a una meseta, y desde aquГ­, puedo ver todo el camino de la montaГ±a a nuestra casa. Mi corazГіn salta en mi garganta: hay huellas claras de un auto en la nieve, que van directamente a nuestra casa. Nuestra puerta de entrada estГЎ abierta. Y lo mГЎs inquietante de todo, es que yo no oigo los ladridos de Sasha.

Corro, más y más abajo, y al hacerlo, echo un buen vistazo a los dos vehículos estacionados afuera de nuestra casa: son los coches de los tratantes de esclavos. Todo en negro, achaparrados, parecen muscle cars (coches músculo) que consumen esteroides, con enormes neumáticos y rejas en todas las ventanas. Estampado en el capó está el emblema de Arena Uno, evidente, incluso desde aquí – es un diamante con un chacal al centro. Ellos están aquí para alimentar al estadio.

Corro mГЎs abajo de la colina. Necesito ser mГЎs ligera. Meto la mano en mi bolsillo, saco los tarros de mermelada y les tiro al suelo. Oigo que el vidrio se rompe detrГЎs de mГ­, pero no me importa. Ya nada importa mГЎs ahora.

Estoy apenas a unos noventa metros de distancia cuando veo que encienden los vehГ­culos, comienzan a salir de mi casa. Se dirigen hacia el sinuoso camino rural. Quiero echar a llorar cuando me doy cuenta lo que ha sucedido.

Treinta segundos mГЎs tarde llego a la casa, y corro por delante de ella, hacia la carretera, con la esperanza de atraparlos. Ya sГ© que la casa estГЎ vacГ­a.

Llego demasiado tarde. Las huellas de los neumГЎticos lo dicen todo. Cuando miro hacia abajo de la montaГ±a, puedo verlos, a media milla de distancia y van ganando velocidad. No hay manera de que pueda atraparlos a pie.

Corro de nuevo a la casa, por si acaso, por si hay alguna remota posibilidad, de que Bree haya logrado ocultarse o por si la dejaron. Aparezco en la puerta principal abierta, y al hacerlo, me horroriza lo que veo frente a mГ­: hay sangre por todas partes. En el suelo estГЎ un tratante de esclavos muerto, vestido con su uniforme negro, la sangre brota de su garganta. Junto a Г©l se encuentra Sasha, a su lado, muerta. La sangre sale de su costado, por lo que parece ser una herida de bala. Sus dientes aГєn estГЎn incrustados en la garganta del cadГЎver. EstГЎ claro lo que pasГі: Sasha debiГі haber tratado de proteger a Bree, arremetiendo contra el hombre al entrar en la casa y alojando sus dientes en el cuello. Los otros deben haberle disparado a ella. Pero aun asГ­, ella no lo soltГі.

Corro por la casa, habitaciГіn tras habitaciГіn, gritando el nombre de Bree, escuchando mi voz desesperada. Ya no es una voz que reconozco: es la voz de una persona loca.

Pero cada puerta estГЎ abierta, y todo estГЎ vacГ­o.

Los tratantes de esclavos se han llevado a mi hermana.




C U A T R O


Me quedo ahГ­, en la sala de estar de la casa de mi padre, petrificada. Por un lado, siempre habГ­a temido que este dГ­a llegara, sin embargo ahora, me cuesta trabajo creerlo. Me siento abrumada por la culpa. ВїAcaso haber encendido la chimenea anoche nos delatГі? ВїVieron el humo? ВїPor quГ© no pude haber sido mГЎs cautelosa?

TambiГ©n me odio a mГ­ misma por dejar sola a Bree esta maГ±ana -- sobre todo despuГ©s de que las dos habГ­amos tenido tanto esas pesadillas. Veo su cara, llorando, rogГЎndome no abandonarla. ВїPor quГ© no la escuchГ©? ВїConfiГ© en mis propios instintos? En retrospectiva, no puedo evitar sentir que papГЎ realmente me lo advirtiГі. ВїPor quГ© no le hice caso?




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